mardi 26 juillet 2011

Internacional: El Oso Panda en la crítica


Y es que su cercanía con la actividad industrial (relacionada básicamente a la agroindustria), así como la simpatía que demuestran por la ingeniería genética, sumado a la aparición de un documental en la televisión alemana, han puesto en duda su reputación...

Por Enrique Iván Angulo Pratolongo*

Fuente: servindi.org

En los últimos meses, la conocida World Wildlife Fund (WWF) (famosa también por su característico Oso Panda) ha recibido varias críticas por parte de conservacionistas, periodistas y de algunos especialistas en temas de conservación que ven con escepticismo su accionar. Y es que su cercanía con la actividad industrial (relacionada básicamente a la agroindustria), así como la simpatía que demuestran por la ingeniería genética, sumado a la aparición de un documental en la televisión alemana, han puesto en duda su reputación.

Sus miembros están luchando con todos los medios para contrarrestar dichos cuestionamientos pues la organización vive de donaciones que podrían estar condicionadas, entre otros, a lo que la opinión pública ponga en la agenda internacional.

Miles de personas en el planeta donan dinero a la WWF y probablemente la gran mayoría espera algunas respuestas tras el documental transmitido a mediados de junio en Alemania titulado “El pacto con el Panda: lo que la WWF nos oculta”, dirigida por el premiado cineasta alemán Wilfried Huismann.

En su obra, los ambientalistas del Oso Panda quedan mal parados por su cercanía con empresas que promueven los monocultivos, tales como la palma aceitera y la soya.

A través de las visitas hechas por Huismann a Indonesia, India, Estados Unidos y Argentina se muestra escenas donde miles de pobladores nativos son expulsados de sus territorios para dar paso a los nombrados monocultivos previa desaparición de bosques bajo argumentos tales como que dichas tierras no albergan mayor diversidad biológica.

Así también, en el documental se muestra como en la India, los “ecoturistas” perturban el hábitat de los últimos Tigres que quedan en el planeta con el respaldo de la cuestionada organización, la cual además propone el desplazamiento de pobladores locales para que ellos no perturben a los felinos para que puedan ser vistos.

Según el documental, la humanidad dependerá de la agroindustria y la WWF apuesta ciegamente por dicho camino, a pesar de que tal actividad no respeta necesariamente los ecosistemas originales y la diversidad biológica. Uno de los puntos más álgidos que se muestra en el film es que la WWF trabaja muy de cerca con la muy mentada empresa Monsanto. Esto trae consigo que otras grandes empresas se sientan “seguras y respaldadas” de incursionar en la industria de los transgénicos y de la ingeniería genética respaldadas por el dulce Oso Panda.

Como es de esperar, la WWF está indignada y preocupada por lo propalado y según se informa, ya existirían algunos donantes que dudan seriamente en continuar otorgándoles dinero para sus actividades. Asimismo, los del Oso Panda sienten que el documental no es del todo objetivo pues ellos argumentan que sin su accionar cientos de miles de hectáreas de bosque se hubiesen perdido y varios animales emblemáticos (orangutanes, tigres, elefantes, ballenas y otros) hubiesen desaparecido de la faz de la Tierra.

Lo principales funcionarios de la WWF afirman que el documental está ideologizado y lleno de falsas acusaciones. Ya difundido y colgado en la red, el film de Huismann ha sacado ronchas. Ya circulan los contraataques en diversas plataformas virtuales tales como algunas salas de discusión virtual, una cuenta en Twitter. En todas ellas se difunden argumentos en contra de las acusaciones lanzadas contra el Oso Panda.

¿Y ahora qué?

En el film propalado existen muchas cosas por aclarar. Así por ejemplo, una trabajadora de la WWF alemana los deja muy mal parados cuando fue preguntada sobre los logros de su institución. Y cuando se le pidió su opinión sobre las políticas de su centro de trabajo en cuanto a la industria genética, simplemente calló. Sus empleadores la defienden argumentando que ella es nueva en su puesto y que la agarraron “fría”. No obstante, se sabe que la funcionaria trabajó anteriormente en un organismo público alemán encargado de la industria del bioetanol, lo cual hace presumir que algo sí debe saber al respecto.

Adicionalmente, un representante norteamericano de la WWF se fue al parecer de boca y apoyó a la industria genética pese a que la institución tiene “una línea clara” en contra de dicha industria. Si bien luego se retractó y dijo que era una “opinión personal”, ya la duda empieza a crecer. Y claro, pese a que estos casos aislados no son suficientes ni contundentes para tildar la postura de la WWF en torno a estos temas “espinosos”, su reputación podría empezar a tambalearse. No podemos caer en especulaciones pero al parecer para muchos hay “gato encerrado”.

Las críticas lanzadas al Oso Panda por su cercanía a grandes empresas ya tienen varios años en la palestra. En comparación, sus “colegas” de Greenpeace tienen un estilo más confrontacional contra industrias como las del petróleo o los cazadores de tiburones y ballenas. Así, se puede ver al director de esta organización amarrarse a una plataforma de extracción de petróleo en Groenlandia. Sin embargo, para la WWF lo mejor es sentarse con aquellos que puedan atentar contra el medio ambiente, ya que sin su apoyo toda iniciativa conservacionista está condenada al fracaso.

También debe ser dicho que muchas personas no tienen nada en contra de que los de WWF reciban dinero de algunas industrias y empresas, eso sí, dichos lazos deben ser estrictamente controlados para no caer en contradicciones ni en favoritismos a costa de la naturaleza. A diferencia de otras organizaciones, los del Oso Panda sí aceptan donaciones de industrias, además de aquellas provenientes de personas privadas ­por supuesto­, las cuales pueden reaccionar “un poco mal” al saber que algunas cuestionadas industrias también dan dinero para los mismos fines de conservación.

¿Qué vendrá? Según leo por ahí, la situación está complicada para la WWF. Con estas noticias, los ingresos a las arcas del Oso Panda podrían disminuir y el dinero destinado para las acciones de conservación podría ir a otra institución (por lo menos eso se espera) o ser utilizado en otros fines. Sus directivos y funcionarios van a tener que hilar fino para recuperar la confianza de los donantes. Y si bien en Perú no he escuchado (aún) nada sobre esta situación, es bueno saber qué está pasando en otras ligas. Nos interesa como país emergente conocer algo más sobre “estas movidas”.

No podemos sacar aún conclusiones finales de lo presentado líneas arriba pues falta confrontar ambas partes con más argumentos y analizar lo que sucede realmente. Sin embargo, sí podemos estar atentos a lo que esta situación nos puede ir adelantando sobre futuras tendencias no solo en el mundo de la conservación, sino en general. Las cartas se deben volver a mezclar ante los nuevos desafíos que deberá enfrentar (y que ya enfrenta) la humanidad, tales como el cambio climático, las demandas energéticas de los países que aspiran a ser potencias mundiales como China, Brasil e India, la sobrepoblación, posibles crisis económicas, escasez de alimentos entre otras amenazas, todas ellas ligadas entre sí.

En estos tiempos de cambios políticos en el país donde además el tema ambiental está ­siendo optimistas­ en un segundo plano, urge cuestionarnos si frente a los problemas que tenemos como sociedad (corrupción, pobreza, delincuencia, justicia social y otros) estamos en la capacidad de proyectarnos para analizar si estamos protegiendo recursos valiosos como el agua, los suelos, los mares y nuestra diversidad biológica en general, elementos sobre los cuales nuestra agroindustria, gastronomía e industria turística descansan.

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