mardi 3 janvier 2012

Catrileo, a 4 años de su asesinato por la espalda


Si Alex Lemun estuviera vivo, tendría la misma edad que Catrileo, a su vez, ambos tendrían la misma edad de Mendoza Collío. Estamos hablando de una generación de Mapuche que han muerto en reivindicaciones de tierras...

Por Fernando Pairican

Fuente The Clinic

La resolución de la Corte Suprema fue clara y concisa, Walter Ramírez sería condenado “a dos años de presidio menor en su grado medio, más las accesorias de suspensión de cargo u oficio público durante el tiempo de la condena y al pago de las costas de la causa, en su calidad de autor del delito de violencias innecesarias”. Pero ojo, no todo podía ser catutos con mermelada de frambuesa para el guardián, además de darle la “remisión condicional de la pena”, Ramírez perdió su derechos políticos y “la inhabilitación absoluta para cargos u oficios públicos”... mientras dure la condena.

Ramírez era para la fecha en que le disparó a Matías Catrileo, Cabo Segundo de Carabineros y asignado a la unidad de Fuerzas Especiales de Temuco. Lo normal hubiera sido que este cabo fuera dado de baja a raíz de su procesamiento, pero no cuando se trata de causas Mapuche. Así, fue enviado a Coyahique como miembro de la Central de Comunicaciones de Carabineros. El hecho de que careciera de anotaciones prontuarias y la vida de hoja funcionaria “incólume”, fueron la demostración del “permanente acatamiento del orden jurídico” y del “comportamiento ético social apropiado”. Es decir, Ramírez no hubiera “obrado con celo”.

Felipe Harboe, en aquellos tiempos, señalaba la existencia de fuego cruzado y enfrentamientos de la misma índole a lo cual se respondió con armas. Carabineros, por su parte, fueron claros al decir que los seis disparos al aire que realizó Ramírez con su armamento UZI fueron en defensa personal contra las piedras lanzadas por los comuneros mapuche. Fue en ese momento, en que el “¡métele un balazo!” selló la suerte de uno de los comuneros que exigían la devolución de las tierras históricamente reivindicadas.

Eran cerca de las seis con cuarenta y cuatro minutos de la madrugada del 3 de enero del 2008 cuando una veintena de comuneros ingresaron al ex fundo Santa Margarita, de propiedad de Jorge Luchsinger, el mismo que repetía que el “indio no ha trabajado nunca”, eran unos depredadores que no aportaban a la naturaleza, no tenían capacidad intelectual, porque al final de la historia “no tenían nada”, remataba el agricultor de La Frontera.

El disparo, que fue efectuado en un campo extenso, plano y sin árboles en sus cercanías, ingresó por la espalda de Catrileo, para salir por el pecho rozándole una parte de su mano. Esto, sin duda pone en cuestión la intencionalidad de Ramírez, ya que su disparo no fue para disuadir, o como dice la resolución, disparar “por sobre ellos”.

Si Alex Lemun estuviera vivo, tendría la misma edad que Catrileo, a su vez, ambos tendrían la misma edad de Mendoza Collío. Estamos hablando de una generación de Mapuche que han muerto en reivindicaciones de tierras y que a excepción de Mendoza, han quedado en impunidad total. Pero no es sólo eso, quedó coartada la creación intelectual de un militante Mapuche. Sin embargo, como dijo Waikilao en su libro Bitácora Guerrillera, “nunca olviden que la sangre que pisotearon los colonos/se levantó chorreado de fuego en Lumako/y ahora marcha en nuestras venas”.

Y aunque Catrileo dice en uno de sus poemas “Y así murió/ En esta historia/ ese puñado de sueños”, las recientes noticias en Wallmapu que dan cuenta de la devolución de tierras en Temulemu, la resistencia de los presos en Angol y la protesta política de las organizaciones representativas de nuestro pueblo, nos hablan del continuo camino en la reconstrucción de la nación Mapuche. “Conversemos, les pido”, dice nuestro poeta Chihuailaf, “en la ternura de nuestros antepasados tenemos toda una sabiduría por ganar”.

Si atendiéramos a ese recado de nuestro poeta, podríamos ver con buenos ojos que en las comunidades no se pueda disparar gases lacrimógenos. El problema es que hace tiempo que se utilizan balas de guerra, por ende, las buenas intenciones claramente marchan detrás de la historia en este conflicto, que aún espera una resolución social y política, en desmedro de la impunidad y de los casquillos inexistentes de los comuneros en aquella madrugada del 3 de enero del hoy Lof-Yeupeko Catrileo, ex fundo Santa Margarita.

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