vendredi 4 mai 2012

Preocupa la expansión de plantaciones forestales en Chiloé


Por Javier Sanzana Chaura.
Socio de la Agrupación de Ingenieros Forestales por el Bosque Nantivo (AIFBN).
Fuente: El Ciudadano

Si bien desde hace un buen tiempo advertimos que las plantaciones forestales de eucaliptus se vienen tomando el paisaje de Chiloé, este proceso se había realizado a pequeña y mediana escala. No obstante, a partir del año 2010 se inicia un escenario distinto, cuando una empresa con dirección comercial en Viña del Mar comienza a comprar una veintena de propiedades con el objetivo de realizar plantaciones de eucaliptus a gran escala, agrupando predios para conformar, en algunos casos, lotes que suman más de 1.500 hectáreas en la Comuna de Ancud.

Este proceso tiene una serie de efectos. Desde el punto de vista social vemos cómo campesinos de Chiloé venden sus propiedades a módicos precios para desertar de sus costumbres campesinas migrando – seguramente – a alguno de los centros urbanos del archipiélago. Con esto se acelera la migración de la población rural que en los últimos años ha crecido.

Desde el punto de vista ambiental el panorama no es alentador. A la fuerte presión de nuestros bosques por consumo irresponsable de leña, se suma un nuevo factor: la sustitución por estas plantaciones de especies exóticas de rápido crecimiento. Este elemento, que afectó a miles de hectáreas de bosque nativo en las regiones del centro sur de nuestro país, hasta el día de hoy no se había manifestado con toda su magnitud en Chiloé. Hay que agregar que plantaciones tan extensivas como las que se están ejecutando tienen además graves efectos en la biodiversidad local, ya que en su configuración no existen sectores remanentes de bosque nativo que puedan ser usados como corredores de fauna que permitan su desplazamiento y refugio.

Tal vez el efecto más negativo, y que traerá sus consecuencias en el mediano y largo plazo, es el impacto de tan extensas plantaciones de una especie forestal que demanda altas cantidades de agua para su crecimiento, en la disponibilidad y la calidad de este básico elemento para la vida. En este sentido hay que destacar la fragilidad del ciclo hídrico en Chiloé, donde dependemos del agua lluvia que acumulamos en nuestros suelos y humedales durante los meses de mayores precipitaciones para que sean entregados a este complejo sistema durante los meses de verano. Así entonces la eliminación de los bosques de protección de los cursos de agua por estas plantaciones resulta nefasto.

Recordemos que este modelo forestal no es nuevo en nuestro país. Lleva varias décadas en otras regiones y sus efectos negativos son claros e indesmentibles. Entonces cabe preguntarse ¿desearemos para Chiloé este mismo modelo que es totalmente contrario a otros ejes de desarrollo ya definidos y sobre los cuales hay esfuerzos ya realizados como es el caso del turismo y la agricultura orgánica?

A pesar de este oscuro panorama, es importante destacar que desde la sociedad civil aún estamos a tiempo de hacer un llamado de atención a este proceso, para lograr que no siga avanzando y revertir los daños causados. El desarrollo de este proyecto en Chiloé es un nuevo llamado de atención a la manera en cómo se configuran estas iniciativas en el territorio, con una planificación centrada en lo económico y sin considerar las variables sociales y ambientales mencionadas.

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