jeudi 6 décembre 2012

Comunidades en Temuco exigen que Semillas sean libres de las empresas


A pesar de que no es obligación de los campesinos e indígenas comprar semillas certificadas, si es una presión que ejerce el mercado ya que es lo que se recomienda desde los organismos técnicos estatales y desde la publicidad, quedando las semillas campesinas no certificadas relegadas al olvido, al ser promocionadas como semillas poco eficientes, de bajo rendimiento y de características finales poco definidas. Ni hablar de las semillas transgénicas que ponen en riesgo la salud del ambiente y de las personas, lo que quedó demostrado con un estudio de este año por el científico Seralini que demostró que la alimentación con maíz transgénico en ratas provoca tumores mortales.
Comunidades en Temuco exigen que Semillas sean libres de las empresas
Temuco, 05 de diciembre de 2012. (RADA)-- El lunes 3 de diciembre del 2012, día del no uso de plaguicidas, se realizó el foro “La Semilla, base de la vida y la alimentación”, en la ciudad de Temuco, con la presencia de destacadas personalidades como Lucía Sepúlveda de RAL-AL Chile, Angélica Hernandez de RADA y académica de la Universidad de la Frontera, Lilian Barrientos de la escuela agrícola Bahai, Guido Perez del SAG y Erik Vonbaer de ANPROS (Asociación Nacional de Productores de Semillas). También se encontraba presente el decano de la facultad de Ciencias Agropecuarias y Forestales de la Ufro Aliro Contreras.

El foro fue organizado por la Agrupación de Agroecología de la Universidad de la Frontera y la Red de Acción por los Derechos Ambientales (RADA).

Las presentaciones de los exponentes fueron muy diversas en enfoque, contando con la opinión del empresario (padre de la senadora y ex vocera de gobierno Ena VonBaer) miembro de ANPROS, Erik VonBaer, quien plantea que la semilla debe ser “protegida”, usando esa palabra para referirse a la prohibición del uso de semillas certificadas para su reproducción y venta, como se hace tradicionalmente con las semillas campesinas. Esto, para asegurar la producción de alimentos y disminuir el hambre en el planeta.

En consistencia con eso, el Sr. Guido Perez, encargado regional de semillas del SAG, explicó las funciones del SAG en cuanto a la fiscalización del cumplimiento de la ley de semillas que se encuentra vigente y que sería modificada con el reglamento que haga cumplir el convenio internacional UPOV91, en cuyo caso quienes compren semillas certificadas se expondrán a sanciones monetarias si las reproducen para su venta.

Una opinión diametralmente distinta es la que expuso Lucía Sepúlveda, miembro de RAP-AL Chile y de la campaña Yo No Quiero Transgénicos en Chile, quien señaló que a pesar de que no es obligación de los campesinos e indígenas comprar semillas certificadas, si es una presión que ejerce el mercado ya que es lo que se recomienda desde los organismos técnicos estatales y desde la publicidad, quedando las semillas campesinas no certificadas relegadas al olvido, al ser promocionadas como semillas poco eficientes, de bajo rendimiento y de características finales poco definidas. Ni hablar de las semillas transgénicas que ponen en riesgo la salud del ambiente y de las personas, lo que quedó demostrado con un estudio de este año por el científico Seralini que demostró que la alimentación con maíz transgénico en ratas provoca tumores mortales.

Angélica Hernandez, nutricionista y académica de la Ufro, señaló que el problema de la alimentación no es la falta de producción, ya que actualmente se produce alimentos suficientes para alimentar al doble de la población planetaria, y sin embargo existen 800 millones de personas que padecen de hambre actualmente en el mundo.

Finalmente, Lilian Barrientos, agrónoma y docente de la escuela agrícola Bahai, mostró su trabajo de rescate de la semilla campesina, valorándola como base de la alimentación sana en los sectores rurales, cuyo cultivo es indispensable para la conservación de la diversidad genética de las plantas que nos alimentan y de la soberanía alimentaria del planeta. Como anécdota señaló que en la escuela Bahai “solo conservamos y reproducimos 25 variedades de tomates de las más de 100 que existen en el planeta”.

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