dimanche 17 août 2014

Taller en Santiago defendió el derecho a una vida saludable


En la ciudad de Santiago se realizó el taller “Comunidades, agroecología y políticas públicas” el pasado 7 de agosto en la casa del Maestro, organizado por Rap-Chile, que reunió a agrupaciones campesinas e indígenas de todo el país que trabajan por una mejor calidad de vida y por la protección de las semillas campesinas. El taller abordó la ley de obtentores, los daños latentes de los plaguicidas y la invasión de los transgénicos en el país.

Por Paola Henríquez- mapuexpress.org

El encuentro que contó con la presencia de activistas de diversas regiones, se centró en el intercambio de experiencias de lucha entre los asistentes, trayendo alentadoras noticias, como se puede retratar en el lanzamiento de la traducción en español del libro Transgénicos: mitos y verdades, de los científicos Michael Antoniou, Claire Robinson, John Fagan. Que demuestra el daño que producen los transgénicos en la salud humana. 

El encuentro buscaba “poner en contacto a productores campesinos, con consumidores, con profesionales de la salud, con académicos que desean contribuir” comenta Lucía Sepúlveda, organizadora del evento.

Dentro del taller se compartieron las experiencias de las escuelas agroecológicas, y se denunciaron los atentados contra los campesinos, al comprarle y quemarle la cosecha producto de la siembra de transgénicos a su alrededor y la manipulación del SAG en los diversos territorios. Con el fin de masificar la información a sus comunidades, Jacqueline Arriagada  de la agrupación de mujeres campesinas Anamuri, comentó, “Nosotros hemos hecho una crítica profunda, entre todos y todas quienes hemos estado presentes, sobre el sistema”.  

Denunciar la lenta y peligrosa acción de los plaguicidas

El uso de plaguicidas en la vida campesina, sean estos insecticidas, herbicidas y fungicidas, fue uno de los temas tratados en la jornada, en donde se exhibieron los daños que provocan en la salud humana, entre los que se mencionó la toxicidad aguda de uso que puede provocar intoxicación a las pocas horas de manipularlos, provocando al pasar los años cáncer en distintos órganos o mutaciones y afectando también la fertilidad en hombres y mujeres. Según datos públicos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO).

Dentro de la resistencia llevada a cabo por organizaciones chilenas contra el uso de plaguicidas, en el año 2007, se impulsa en la cámara de diputados la prohibición del uso de plaguicidas de tipo 1a y 1b que son considerados de alta toxicidad, capaces de presentar problemas en la salud de forma inmediata. Dicha propuesta  en donde participó RAP- Chile como ciudadanos, fue rechazada en la cámara de senadores por 4 votos contra 2.

En el año 2010 la senadora Ximena Rincón, retoma el tema de los plaguicidas peligrosos pero la acción de la cámara de Senadores la deja sin efecto nuevamente.  A este negro escenario,  se le suma la acción del ex Presidente Sebastián Piñera que sentencia la responsabilidad del uso de plaguicidas peligrosos en manos  del Ministerio de Salud. En este sentido, María Elena Rosas, de la Red de Acción en Plaguicidas (Rapal-Chile), al comentar este cambio legislativo responsabiliza al ex Presidente, afirma “en su espalda tiene muerte, niños con problemas de malformaciones”.

Semilla y ley de obtentores

Realidad que se agrava con las iniciativas legales que atentan contra la vida campesina, “La peor distribución de la tierra está en Paraguay y después en Chile” comenta  Francisca Rodríguez, activista de Anamuri al hablar sobre el valor de la semilla campesina, rescatando a esta como un patrimonio de los campesinos e indígenas, ante la ofensiva del UPOV 91 y el proyecto de Ley de Obtentores Vegetales.

El UPOV 91 es un convenio internacional, que permite a las empresas creadoras de transgénicos poseer la propiedad intelectual de la variedad de semilla mejorada, estando muy ligada de la Ley de obtentores Vegetales  o ‘Ley Monsanto’ que solicita la propiedad intelectual, atentando contra el libre uso de las semillas y controlando con ello el mercado alimenticio,

Para Lucía Sepúlveda el problema se agrava con las nuevas iniciativas del Gobierno de Michelle Bachelet, “nos esperan desafíos porque el Gobierno está anunciando de nuevo que quiere seguir con la ley de obtentores y otras leyes que permitan el consumo interno de transgénicos”. Sin embargo la gran resistencia social y el rechazo ciudadano ha permitido que estas iniciativas estén detenidas.

La ofensiva de los transgénicos

El último tema en analizarse fue el controversial tema de los transgénicos o alimentos genéticamente modificados, que ha fuerzas el imperio Monsanto y otras empresas quieren inducir al territorio, contrayendo grandes sumas de dinero contra un deterioro ambiental sin precedentes, dando la gran cantidad de plaguicidas necesarios para su cultivo.

La resistencia social contra los transgénicos ha sido controversial a la Presidenta Michelle Bachelet, desde su primer período, en donde retiró el decreto 293 sobre etiquetados genéticamente modificados (GM), variando el reglamento sanitario para ello, en el año 2003.
Lo que demuestra el interés político por desinformar a los consumidores de lo que adquieren, o los daños que presenta, mientras la acción social abre puertas para disminuir esta brecha, como es el ejemplo del Libro Transgénicos: mitos y verdades, traducido por Lucía Sepúlveda y publicado por la editorial Quimantú.

Siendo clasificado por Lucía como ‘un tapa boca’ a la crítica desinformada, “nosotros nos nutrimos de la ciencia, pero no de una ciencia dependiente de la industria que hace convenio con empresas o de universidades que se prostituyen por un laboratorio. Nosotros bebemos de la ciencia independiente”, comentó.

A pesar de la gran ofensiva político- empresarial, la determinación de defender los derechos humanos los mantiene firmes para continuar, “como participante yo siento que la gente se va con la sensación de que tenemos más fuerza, de que vamos a ser capaces de hacer lo que nos proponemos, que es recuperar una alimentación sana, poder seguir sembrando con semillas campesinas y poder sacudir el yugo de la presión del estado sobre el campesinado” comenta Lucía Sepúlveda de Rap-Chile.

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