Lo más llamativo, desde el año 1992 en adelante, ha sido la irrupción del tema mapuche, el cual ha ido ganado espacio en la medida que el Estado y la sociedad chilena han tenido que hacer un reconocimiento histórico de los vejámenes y la negación a la diversidad que marcó la relación con los pueblos indígenas.
Por Jorge Bravo .-
Temuco, la sede de los dos encuentros de la selección de fútbol peruana en la Copa América, es una ciudad ubicada en lo que fue el corazón del territorio mapuche hasta el año 1881, cuando una parte del retornado Ejército que participaba de la Guerra del Pacífico ocupó militarmente esta región. Desde entonces, los mapuches debieron sobrevivir en una décima parte de lo que habían sido sus tierras y pasaron a ser la población más postergada y pobre de Chile.
El pequeño fuerte ubicado a orillas del río Cautín, que fue fundado como “Temuco” (término que significa “temus en el agua”), en un par de décadas se convirtió en una pujante ciudad proveedora de servicios, desde donde se desplegó la llegada de colonos europeos, quienes pasaron a tener una significativa presencia en la hoy Región de La Araucanía. Esta vocación comercial y de centro regional de servicios se ha consolidado de tal forma, que una de cada cuatro personas de la región vive en esta localidad. Así, en los años 1990, se convirtió en una de las siete ciudades intermedias que más crecían en el mundo Sin embargo, viejos y nuevos problemas han disminuido su ritmo de crecimiento.
Los inviernos son lluviosos y helados. La vida del temuquense es bien de puertas adentro, de tertulias largas y con comidas que siempre consideran las especies locales como el ají merkén -producto ancestral de las comunidades indígenas- y otros frutos que trae cada estación del año y es posible comprar en la bien provista feria de productos agrícolas. En junio, la intensidad del frío es afrontada con la leña que se usa para calefacción –y en menor medida para cocinar–, lo que causa reiteradas emergencias ambientales. Si bien existen planes de contingencia que buscan mejorar la calidad del aire, se trata de medidas costosas y de largo aliento. Así, el humo se impregna por todas partes y deja también su huella en enfermedades respiratorias y en las mayores posibilidades que tiene la población local de contraer un cáncer.
La educación es un sector que en Temuco ha crecido enormemente en los últimos años, pero este aumento no ha implicado una mejora en la misma condición de la oferta cultural. Por ejemplo, siendo una ciudad de más de 300 mil habitantes, solo tiene una biblioteca; no tiene una cartelera teatral permanente y tampoco el hermoso cerro Ñielol –del cual el poeta Pablo Neruda era un asiduo visitante en los días de su infancia– goza de la preocupación que se merece. Sin embargo, los bares dirigidos a la población juvenil han proliferado en las principales arterias. Así, pues, son escasas las alternativas para el ocio que tiene una población inquieta y, en su mejor momento, creativa.
Lo más llamativo, desde el año 1992 en adelante, ha sido la irrupción del tema mapuche, el cual ha ido ganado espacio en la medida que el Estado y la sociedad chilena han tenido que hacer un reconocimiento histórico de los vejámenes y la negación a la diversidad que marcó la relación con los pueblos indígenas. Se aprecian avances como, por ejemplo, para el We Tripantu (Año Nuevo mapuche), en el solsticio de invierno, que hasta hace algunos años estaba subsumido en la celebración de San Juan y era una fiesta de las familias en el campo, hoy es celebrado en el conjunto de las comunidades educativas y en el municipio. Además, se realiza el izamiento de la bandera mapuche en los actos oficiales de varios municipios de la región, lo que es motivo de polémica, por cuanto el de Temuco se niega a que permitir que se lleve a cabo.
Sin embargo, existe un amplio consenso en la necesidad de avanzar en el reconocimiento de los derechos culturales y políticos del pueblo mapuche. Por ejemplo, la principal autoridad regional designada es un avezado político de origen mapuche, que ha buscado abrir caminos de solución a los conflictos por tierras, pues estos sostienen, hace varios años, una situación de violencia rural que está lejos de aplacarse.
Los tres partidos por la Copa América que se están jugando en Temuco son, en cierta forma, un reconocimiento a que la ciudad ha sido históricamente la de mejor asistencia entre las plazas de las regiones, aunque lamentablemente hace nueve años la Región de la Araucanía no tiene un equipo en primera división. Pero estos encuentros deportivos son también una oportunidad de recuperar una agenda orientada a consolidar la ciudad. Hasta ahora esta se ha mostrado extraviada entre los humos emitidos por decenas de miles de calefactores a leña y los múltiples atentados asociados a las reivindicaciones mapuches.
http://www.mapuexpress.org/
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