mardi 23 août 2011

Sobre Federación Mapuche de Estudiantes “FEMAE” … ERA INEVITABLE


Escribe Rodrigo Marilaf: …“Crear una plataforma estudiantil mapuche a la que han llamado Federación Mapuche de Estudiantes y que ha permitido a los estudiantes mapuche, no sin dificultades, sumarse a la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH) y a la inmensa ola de movilizaciones que por estos días remece las estructuras caducas del estado y mantiene en jaque a la clase política chilena, su modelo económico inhumano y sus instituciones excluyentes que lo avalan”.

Era Inevitable

Por Rodrigo Marilaf / Agosto de 2011

Era inevitable cuando pasaba por lo hermosos pastos de la Universidad Austral, en el frontis del local de la federación de estudiantes, pensar porqué los estudiantes mapuche no podíamos ser federación. Sin embargo, allí estábamos: muchas veces “prestando ropa” a los bien intencionados amigos de la SURDA (en aquel entonces) y pidiendo las vueltas de mano cuando requeríamos algún apoyo circunstancial. No faltaba en aquel entonces hermanos y hermanas que me decían que “una federación estudiantil” no era algo mapuche y que lo nuestro eran las comunidades y que, por lo tanto, todo nuestro quehacer debía girar en torno a ellas. Ciertamente no pensaba una federación aparte, sino en “tomarnos la federación de la austral”.

Entonces, al igual que ahora, me exasperaba tener que depender y tener que esperar a que otros hagan por mí y mi pueblo lo que nosotros mismos podríamos hacer (si nos lo propusiésemos, claro está). Por supuesto, entonces, al igual que ahora, faltaba que corriera mucha agua bajo el puente. Primero, pensaba, se debería producir un “cambio de discurso”, una ampliación mejor dicho, pues hablándonos sólo entre mapuche y para los mapuche estábamos condenados a ser minoría y contentarnos sólo con los hogares estudiantiles. Y estaba bien, pensaba, después todo lo primero siempre es fortalecernos nosotros en nuestra identidad. Por aquel entonces era dirigente mapuche de los estudiantes en Valdivia y en ese marco fundamos –tomándonos el juzgado de policía local en Valdivia por la madrugada de un 11 de Octubre- el hogar estudiantil mapuche de Valdivia. Ese sueño de unos pocos hoy tiene nombre y paradójicamente se llama We Liwen (nuevo amanecer).

Diez años después soy uno más de los que ve con alegría y esperanza la arremetida de esta nueva generación de dirigentes estudiantiles mapuche que está articulando la federación mapuche de estudiantes (FEMAE). Pienso ahora que era inevitable la irrupción, en cualquier caso cuestión de tiempo, la aparición de dirigentes estudiantiles que comprendieran la necesidad de dar nuevos pasos en una articulación mayor del movimiento mapuche estudiantil. Me alegra la aparición de FEMAE, no tanto porque agrupe a decenas de colectivos estudiantiles de secundaria y enseñanza superior generando una nueva y potente articulación, o porque ingrese nuevos aires a la un tanto alicaída dinámica de los hogares estudiantiles mapuche. Todo ello es súper valioso y constituye un paso adelante (tal vez más de uno en términos de maduración política colectiva), sino sobre todo porque poco a poco comienza también a permear en las nuevas generaciones un discurso con vocación de poder que no puede hacerle asco a las instituciones (aunque en su origen no sean mapuche, pues tampoco lo eran los hogares estudiantiles ni tan siquiera “las comunidades”) y que –con juicio crítico e independiente- debe aspirar a “tomárselas” democráticamente y transformarlas para beneficio ya no sólo del pueblo mapuche (en primer lugar), sino de todos los hijos e hijas del Wallmapu, el País Mapuche. Estoy personalmente convencido de que ese es el camino. Presiento que varios de ellos también lo intuyen y que más de algún dirigente tiene similar convencimiento. El razonamiento es bien simple: la dinámica asistencial instalada por el estado (aquellas de las planchas de zinc, el plástico para el invernadero) está agotada. Lo mismo respecto de aquellos que propugna la confrontación pura y dura. Personalmente creo que es necesario encontrar nuevas respuestas a los viejos problemas que plantea el camino hacia la autodeterminación del Wallmapu. Para ello nada mejor que jóvenes mapuche que estén desprovisto de dogmas.

Por cierto, entre las nuevas respuestas, esta nueva generación de dirigentes estudiantiles no ha decidido tomarse democráticamente las federaciones de sus respectivas casas de estudios (aún) o los centros de alumnos de sus liceos; tal vez aún falta tiempo para aquello. Pero si han decidido, olfateando muy bien el momento y la oportunidad, crear una plataforma estudiantil mapuche a la que han llamado Federación Mapuche de Estudiantes y que ha permitido a los estudiantes mapuche, no sin dificultades, sumarse a la Confederación de Estudiantes de Chile (CONFECH) y a la inmensa ola de movilizaciones que por estos días remece las estructuras caducas del estado y mantiene en jaque a la clase política chilena, su modelo económico inhumano y sus instituciones excluyentes que lo avalan.

Celebro la aparición de esta generación esperanzadora en nuestro pueblo, porque han avanzado un nuevo peldaño, de los muchos más que quedan, para alcanzar el autogobierno. Pero soy consciente de que, por el bien de estos mismos dirigentes y las bases sociales que les respaldan (entre los que me cuento), es importante no sobrevalorar la iniciativa y mantener siempre un juicio ponderado. Por una parte, me parece que se trata de una estructura en formación y habrá que ver en los próximos meses y años como se mantiene y consolida sacando adelante una serie de problemas orgánicos que sólo pueden dimensionar en su real complejidad aquellos que han construido organización política. Po otro lado, en términos de sus demandas me parece importante señalar que la implementación de un discurso sobre la interculturalidad en educación puede ser útil para penetrar en las estrechas mentes de la actual clase política, pero no es de ninguna forma una respuesta real a los profundos problemas lingüísticos y educacionales que vive nuestro pueblo. Al contrario, no hay ningún pueblo en el mundo que haya logrado recuperar su lengua propia con modelos interculturales o de bilingüismo solamente. La interculturalidad no existe. No puede existir donde existen pueblos que están en desiguales condiciones respecto de aquel que les domina. Al contrario, sólo la implementación de modelo públicos educacionales propios que contemple la enseñanza de contenido universal en lengua propia es el camino efectivo para recuperar y revitalizar lenguas en peligro de extinción como el mapuzugun. No lo digo yo, lo dicen así los especialistas de pueblos que están hoy recuperando sus lenguas propias en el marco de estados opresores, pero con modelos educacionales propios en su lengua.

Por eso, los nacionalistas mapuche creemos que junto con demandar educación intercultural y bilingüe para todos en el estado (lo cual es correcto), se requiere colocar al centro del discurso estudiantil mapuche la demanda sobre un modelo educativo propio para el Wallmapu que contemple la enseñanza en mapuzugun. ¡¡Vaya desafío!!. Se requiere para ello, por cierto, comenzar por la alfabetización en mapuzugun de los niños y niñas en educación pre escolar y básica en planes educativos de inmersión lingüística en mapuzugun que no sólo los haga hablantes competentes de nuestra lengua, sino también hablantes completos con competencias para escribir, producir conocimiento y hablar en mapuzugun desde las cosas cotidianas de la vida moderna hasta del desarrollo de la química o la economía. Hoy en nuestro pueblo no hay nadie que tenga esas competencias. En los hechos, tenemos hablantes, pero no son hablantes completos. Más aún, y aunque duela y no se comprenda, somos todos analfabetos (en mapuzugun obviamente) y seguirá siendo así hasta que no demos el paso definitivo de la oralidad a la escritura. Todas las lenguas han sido en su origen orales, pero el paso u ampliación de la oralidad a la escritura, ha sido siempre un avance para los pueblos que los han hecho. Por cierto, esto a su vez es muy difícil lograrlo si no vamos alcanzando con urgencia un consenso sobre cómo escribir estandarizadamente el mapuzugun (el viejo debate sobre el grafemario). Además se deben formar nuevas especializaciones profesionales en el ámbito de la pedagogía para llevar adelante esta inmensa tarea que es implementar planes educativos de inmersión lingüística en una lengua que está muriendo, pues , “una cosa es saber y otra bien distinta es saber enseñar”. En esto último es donde –sospecho- se requiere hincar el diente. Por lo pronto, y con toda fraternidad y espíritu constructivo, las demandas de FEMAE en este plano se quedan totalmente cortas. En ese marco, y en el desafío de pensar y proyectar el Wallmapu, es que aparece como necesaria la Universidad del País Mapuche (ojo, no una universidad intercultural, sino una universidad para pensar técnicamente el futuro del Wallmapu), no sólo para “enseñar lenguas originarias y dictar cátedras sobre historia indígena” como lo plantean los "honorables" parlamentarios chilenos, sino sobre todo para formar los profesionales en las áreas prioritarias que requiere el desarrollo del país mapuche como una realidad concreta y no sólo como un discurso romántico. Creo que es bueno nunca perder de vista aquello, pues el discurso indigenistas sobre la interculturalidad fácilmente nos puede hacer perder el norte y caer en el folcklorismo.

Los nacionalistas mapuche, particularmente aquello que están en el movimiento estudiantil, debemos ser conscientes que junto con la articulación a nivel de estado de los estudiantes mapuche que hoy impulsa la FEMAE, otro aspecto fundamental es la construcción y articulación de la organización estudiantil en el Wallmapu, no sólo como mapuche, sino como movimiento estudiantil en general “en y para” el País Mapuche. Debemos aspirar a conducir democráticamente las federaciones estudiantiles de las universidades asentadas sobre el País Mapuche, los centros de alumnos de los liceos del Wallmapu, las juntas vecinales, colegios profesionales, sindicatos y gremios del País Mapuche. Para ello existe el nacionalismo mapuche. Para ello estamos construyendo un nuevo discurso pluralista y democrático, nacionalista mapuche, pero inclusivo y con base territorial en el Wallmapu.

Si como pueblo somos capaces de avanzar en esta línea, tal vez los analistas del futuro dirán “era inevitable” que los mapuche quisieran gobernarse a sí mismos en el Wallmapu. “Era inevitable” que construyeran un discurso hegemónico con base a la representación de todos los habitantes del Wallmapu. “Era inevitable” que las nuevas generaciones asumieran el desafío no sólo de alcanzar el autogobierno, sino también de “mapuchizar” todo el Wallmapu y recuperar el mapuzugun como lengua de comunicación y vida en su país. Era inevitable que transitarán de una identidad étnica, cerrada y anclada sólo en el pasado a una identidad nacional mapuche con base territorial, abierta y con proyección al futuro. “Era inevitable” que rompieran el yugo.

* Rodrigo Marilaf, de profesión antropólogo, es integrante de la mesa directiva nacional del Partido Nacionalista Mapuche Wallmapuwen.

En Twitter: @Temukoche_21

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