samedi 23 juillet 2011
La comunicación indígena en el cuarto poder
Por Kvrvf Nawel / Piren Wegaywe
Comunicadores de Mapuradio
Fuente: www.8300.com.ar
Desde milenios los Pueblos Originarios se comunican con todas las vidas de la naturaleza. Saben interpretar los mensajes de cada ser que habita en sus territorios, y de esta manera logran establecer formas de comunicación con lo que vemos y con lo que no vemos, con lo que tocamos y lo que no.
Fundamental fue la vigencia de sus idiomas. Moldeados y perfeccionados con ancestral sabiduría, las culturas originarias desprenden de sus lenguas los sonidos que expresan los ríos, montañas, nubes, animales; por eso se traduce al Mapuzugun (idioma Mapuce) como “habla de la tierra”, porque no sólo las personas lo desarrollan, sino la naturaleza toda.
El conocimiento de los ancestros indígenas también se plasma en sus instrumentos musicales donde a través de sus sonidos se transmiten las melodías del viento, cascadas y volcanes, el canto de los animales, y hasta el latido de la tierra.
La concepción de la vida para los Pueblos Originarios se basa precisamente en la vida del territorio, es decir, sin territorio no hay vida.
Fuego, aire, tierra y agua son las fuerzas naturales que permiten generar la existencia de las personas y de cada ser. En las culturas milenarias no se conciben los conceptos de “bióticos” y “abióticos”, ya que cada elemento cumple una función particular logrando un complemento perfecto entre ellos. Los indígenas no se creen a si mismo dueños de la tierra, sino parte inseparable de ella.
Tanto el idioma como los instrumentos indígenas forman parte de los elementos que permiten la comunicación de los Pueblos Originarios entre las personas y con la naturaleza. Y esa comunicación se sustenta necesariamente en la identidad indígena, lo que la hace única e irrepetible.
El quiebre
A fuego y degüello avanzaron las coronas europeas sobre territorio indígena. Luego fue el turno de los países que se “independizaron” para someter a Pueblos milenarios que vivían sin fronteras. El genocidio que el Estado argentino planificó contra los pueblos originarios impuso armas y constituciones. Leyes y religiones, idiomas y jurisdicciones.
La combinación exacta para imponer un sistema ajeno y diferente a la cosmovisión indígena fue la instalación de escuelas, iglesias y fuertes militares. La asimilación del indígena al ficticio “ser nacional” era por las buenas o por las malas. De todas formas, a finales del siglo XIX y durante el siglo XX tanto el sistema educativo como el católico adoctrinaban a los “indios salvajes” con el mismo rigor y terror que lo ejercía el militar.
Desde la llegada del invasor a territorios de los Pueblos Originarios, la comunicación armónica se fracturó. No sólo al interior de la vida indígena al quedar su territorio diseminado en cientos de porciones alambradas; además, los idiomas quedaron excluidos a ser una herramienta clandestina de comunicación, limitado al ámbito familiar y prohibido en las escuelas.
Los invisibles de siempre
Se dice que los Medios de comunicación elaboran y presentan una realidad, y lo que no aparece en ellos, aparentemente no existe. Nadie puede negar la importancia y el poder de los Medios de comunicación en las decisiones y opiniones de la sociedad. Lo que tampoco nadie puede negar es que una minoría poderosa controla lo que leemos, vemos y lo que escuchamos en el país. Y nos indica a quien votar y a quien echar.
Ya en las crónicas escritas por los militares que encabezaron grandes masacres indígenas se hablaba que “los indios ni siquiera eran personas”. Para los argentinos ilustres de la generación del ´80, los indígenas eran “seres salvajes y despreciables a los que se debía exterminar”. Estos próceres prefirieron levantar las bases del Estado en baños de sangre indígena en lugar de alimentar el conocimiento de la sociedad con las culturas ancestrales, y a los sobrevivientes del genocidio se los oculto bajo la alfombra de la “civilización”.
Para moldear la idea de una Argentina eurocentrista sin “indios salvajes” se aposto a la invisibilización, pronto a cumplir 200 años, que los libros y los Medios de comunicación supieron aplicar hacia la identidad originaria.
El trabajo de los Medios también es generar opinión e incidencia para manipular el pensamiento de la sociedad. Ejemplo claro es al momento que el Pueblo Mapuce recupera su territorio usurpado y alambrado por algún terrateniente, y los Medios titulan: “Aborígenes usurpar tierras de empresario”.
Siguen utilizando conceptos errados y atrofiados a esta altura de la humanidad como “aborígenes”, “reservas”, “agrupaciones” o “indios”. De manera intencional distorsionan la imagen de las culturas originarias y crean un estereotipo del indígena ligado a la nostalgia folclórica o al mero atractivo turístico.
Al vacío informativo que generan los Medios masivos de comunicación reaccionarios a la diversidad cultural, se agrega la mirada reduccionista de los Medios comunitarios o “populares” que pretenden seguir siendo “la voz de los sin voz”. Son pocos los que encarnan en profundidad la realidad indígena con seriedad.
Los indígenas a los medios
El control del territorio ideológico de la opinión pública en Argentina es sin duda la pelea de fondo en la discusión por revertir una Ley dictatorial de radiodifusión que encierra intereses poderosos y peligrosos.
Las grandes corporaciones mediáticas no están dispuestas a soltar lo que durante décadas han manipulado y utilizado en beneficio de sus intereses económicos y políticos. Estos mismos monopolios informativos son los que presentan a la realidad de los Pueblos Originarios como “problemática indígena” o “conflicto indígena”, diciéndole a la sociedad que la sola existencia de los pueblos originarios es un problema.
Por estos días las organizaciones de los más de 25 Pueblos Originarios en Argentina están impulsando su derecho indígena a la comunicación con identidad para que sea incluido en el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual.
El marco jurídico internacional reconoce los derechos de los Pueblos Originarios en el mundo, Argentina tiene el gran deber de incluir y respetar esa normativa indígena a través de sus políticas públicas. El Estado tiene que generar los mecanismos necesarios para que el Derecho a la Comunicación Indígena avance de una simple y bonita declamación, a hechos concretos que impulsen la diversidad cultural en el país.
Hoy, los Pueblos preexistentes del país están generando un proceso histórico porque dejan de ver a los Medios como herramientas de “otros” para ejercer su Derecho a la Comunicación con Identidad y acceso a las nuevas tecnologías.
No pretenden seguir siendo objeto de análisis por los formadores de opinión, son ellos los que buscan administrar sus propias radios y canales de televisión, para que todos y todas tengamos la posibilidad de acceder al conocimiento de las diversas culturas y a los más de 16 idiomas originarios.
El carácter de Preexistentes que poseen los Pueblos Originarios determina su existencia anterior a la creación del Estado argentino, por lo que es un error sumirlos al campesinado, a las minorías o a un “sector” más de la sociedad civil, porque los derechos indígenas son particulares y diferentes al resto de la sociedad. Ni siquiera superiores, tampoco inferiores, pero sí diferentes.
Por ello, la exigencia de los pueblos originarios es que reconozcan a sus Medios de comunicación con el carácter de públicos no estatales, y reconocer como cuarto prestador de Servicios de Comunicación Audiovisual a los Medios Indígenas Públicos, diferenciándolos de los medios privados, estatales y comunitarios.
La palabra indígena
Gvbam le llama el Pueblo Mapuce a los consejos que entregan sus kimce (sabios) y Rakizuam al mensaje que trasmiten. Ayer y hoy las culturas ancestrales siguen dialogando con el cosmos. Y el aporte de los Medios Indígenas a la sociedad es el de transmitir principios inalterables: el resguardo y la defensa de la naturaleza como proyecto de vida.
Los Medios administrados por los Pueblos Originarios no pretenden lucrar con su identidad ni ser obsecuentes con los gobiernos de turno. Su objetivo no sólo es informar su propia realidad, tienen la responsabilidad de promover y difundir sus culturas, como Pueblos vivos que tienen historias que necesitan ser contadas.
Cuando los Medios Indígenas estén en plano de igualdad en el espectro radioeléctrico, con los privados, estatales y comunitarios, podremos hablar de democracia en la comunicación argentina, porque serán las voces de la tierra las que informen.
Con la exigencia de la inclusión del Derecho Indígena a la Comunicación con Identidad en esta Ley, es evidente que los Pueblos Originarios a través de sus Medios de comunicación audiovisuales rompen el manto de la invisibilización que los silenció desde la misma creación del Estado.
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