Con cantos, música, gritos y pancartas, unas cuarenta personas llegaron hasta las afueras de la Embajada de Chile en la ciudad de Bruselas para expresar su solidaridad con los prisioneros políticos mapuche y no solo exigir su inmediata libertad, sino reclamar contra los montajes judiciales y la aplicación de la “ley antiterrorista” (ley que data del periodo de Pinochet y que solo se aplica a los mapuche).
Por: MediActivista / ((( i ))) - Indymedia Pueblos Originarios
BRUSELAS (BÉLGICA)- Hacía calor, la manifestación pacífica llevaba cerca de una hora, todo transcurría sin ningún problema, incluso luego de la llegada de el primer vehículo policial que solicitó a las personas congregadas que no bloquearan la circulación de esa pequeña calle, hecho que nunca había ocurrido desde el comienzo de la manifestación a las 15 hrs.
Al son de tambores la Samba Band irrumpió en aquella nueva tarde de molestas vuvuzelas en los televisores. A los tambores le siguieron las consignas de solidaridad con quienes por defender su identidad y reclamar sus tierras han sido encarcelados.
Los, en su mayoría jóvenes, coreaban el nombre de Pascual Pichún, estudiante mapuche encarcelado sin derecho a un debido proceso.
En un momento la policía solicita dar termino de la manifestación y señala a las personas reunidas ahí que luego de entregar la carta en la Embajada, las personas debían retirarse del lugar.
Dos personas, entre ellas el Werkén Victor Ancalaf, entregaron al secretario consular la declaración pública que informaba el motivo de la manifestación, declaración firmada por más de una decena de organizaciones solidarias. Al funcionario de gobierno se le señaló que se mantendría especial atención a la situación que enfrentan los Prisioneros Políticos Mapuche, en especial en los casos de Pascual Pichún y Waikilaf Cadín Calfunao, ambos víctimas de una persecución enfermiza por parte de los organismos de estado, que no han dudado a mantener en prisión a las familias de ambos jóvenes.
Todo parecía normal, eran las 16.45 y se cumplía con la entrega de la carta para la toma de razón del gobierno chileno, solo que al salir del búnker construido por la concertación y hoy regentado por la extrema derecha pinochetista, la policía había cambiado totalmente su actitud y había no solo doblado el número de personal y cortado los accesos a la calle, sino que además se encontraba de forma prepotente solicitando la identificación a los asistentes.
Las dos personas que salían de la embajada fueron rodeadas por el personal policial y amenazados que de no mostrar su identidad, serían detenidos. Luego de exigir los motivos de tan abusiva medida, la policía procedió a detener a uno de ellos que había accedido a mostrar sus documentos.
Ante esta situación, una persona procedió a fotografiar lo que ocurría, basto con este hecho para que la policía se abalanzara sobre las personas que poseían una cámara. Gritaban que estaba prohibido fotografiar a policías y que procederían a detener a estas personas, una debidamente identificada como prensa.
Golpes, cámaras al suelo, fue lo que siguió. Uno de los policías era particularmente violento y su comportamiento era aplaudido por sus colegas de uniforme. El agente Ramos, de la Policía de Etterbeek, fue quien dio la orden para que su colega de la División Montgomery soltara a su perro y mordiera a una persona de unos 68 años. El perro mordió y rompió las ropas de esta persona. El agente Ramos, que hablaba “español” se divertía insultando a los congregados allí, de los que dos o tres hablaban castellano, y amenazó a la persona mordida con que le buscaría, que sabía quien era.
Los dos detenidos fueron despojados de sus cámara y conducidos a viva fuerza hacia dos vehículos policiales. Luego de tres horas pasadas en los calabozos, les fue “devuelta\" su libertad, sus pertenencias y las cámaras con daños visibles y las imágenes donde aparecían policías, borradas.
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