Fallece destacado comunero defensor de la vida y de la cultura ancestral mapuche de Lago Neltume frente al proyecto Central hidroeléctrica Neltume de la transnacional Endesa Enel. Los funerales se realizarán este miercoles al medio día en Lago Neltume.
POR EL PUELCHE
Estamos en medio de una reunión en Lago Neltume y el conocer la noticia de la muerte de don René Jaramillo nos deja en una especie de estado de gracia, como suspendidos hablando y conversando como defender nuestra tierra, nuestro territorio, nuestras vidas acá en Panguipulli, en la Región de Los Ríos.
Y como de abajito a la izquierda, a un costado del pecho, el corazón se pregunta de repente como defenderemos la vida sin nuestro hermano, vecino, padre, abuelo, comunero, campesino de fértil mano y de una mirada donde la bondad y la solidaridad tenían un faro para iluminar a todo aquel que quisiera aprender a vivir de otra manera.
Y como de arriba en la memoria, un poquito más arriba de esas miradas que nos componen y que lagrimean como lluvia en medio de la montaña y los lagos, recordarlo tan entero, pidiendo un caballo, para luego cruzar el estero Chan Chan y pedirles a todos los participantes de una actividad de valoración del espacio cultural y del Lago Neltume que había que cruzar hacia la pampa ceremonial, porque ese es el espacio sagrado que hay que defender, porque en ello se nos va la vida, porque a Chau Ngnechen, el creador de la gente de la tierra, se lo debemos.
Recordar que una vez conseguido que la gente cruzara, hablamos de la importancia de la unidad entre los hermanos y hermanas, entre los peñi y lamgen, entre los defensores de la vida. Que a pesar de tener diferencias, debíamos tratarlas con ternura y con una sonrisa.
Y es que nuestra memoria obstinada de recordarlo, nos trae otro momento y verlo y escucharlo decir en medio de una actividad cultural denominada el Viaje de la Serpiente, tras la presentación de una muestra teatral desarrollada el verano del 2012, hace que la lluvia nuevamente caiga a goterones de nuestras miradas:
“Nosotros tenemos todo el deber de defender nuestras tierras y nuestras aguas, así también para vivir en paz. Yo tengo hijos y tengo nietos, y los mayores tenemos que luchar por ellos. Uno piensa eso y no puede ser que la empresa Endesa nos va a sacar y nos va a tirar por allá. Y dónde vamos a sembrar, si nosotros estamos acostumbrados a cultivar nuestros alimentos. A mí me gusta mucho sembrar y yo le pido fuerzas a mi Dios, porque uno teniendo fuerza, trabaja y uno trabajando tiene buena siembra. “
Tal vez sea tanta la pena de la tierra y las montañas que lo cobijaron por más de 80 años, que en estos días la lluvia suelta sus chubascos a veces a chuzos, a veces como garúa, y luego como lluvia mata pajaritos, luego como goterones y por último de vuelta a los chuzos de lluvia, como en un canto circular. Es que esas lágrimas del cielo algo nos dicen también de nuestras formas de sentir la partida de nuestro hermano, de nuestro peñi.
Nosotros lo recordamos con esos abrazos del sur llenos de ternura, inundados de fuerza y de cariño para proteger y acoger a su compañera Rosario y a sus hijos e hijas y nietos y nietas. Sabemos que nos hará falta su mirada, sus silencios y sus palabras, su andar y su descanso, su mano generosa y su actuar como digno hijo del pueblo mapuche. Sabemos que él quería participar en el próximo Nguillatun que se realizará en la segunda quincena de diciembre para fortalecer y ayudar a la limpieza espiritual de su comunidad Juan Quintumán intervenida por la transnacional Endesa Enel que pretende instalar una central hidroeléctrica. Algo nos dijo frente a los malos acuerdos de la dirigencia por mover el palenque en el espacio ceremonial:
“Cuando uno tiene Nguillatun, nosotros toda la familia estamos contentos, de ir allá a reunirnos en las cercanías del Lago. Nosotros no podemos vender nuestras conciencias ya que esa ceremonia que hacemos es para Dios para que todos estemos bien, para que no haya enfermedad, que venga el tiempo bueno para todo el país, no tan sólo para nosotros. Y nos da rabia y pena con eso de que se pueda inundar el palenque, nuestro sitio sagrado”
A mediados de este año, a don René la medicina alopática y winka le diagnosticó un enfermedad grave, estuvo protegido y siendo cuidado cariñosamente por su familia. Estuvo bajo tratamiento, pero a lo mejor las preocupaciones debido a arremetidas judiciales instigadas por partidarios de la empresa, la incertidumbre e inseguridad de ver su tierra y su paz invadida por una transnacional y de ver a su familia amenazada y golpeada aceleraron su partida. ¿Quién lo sabe? A lo mejor desde donde esté, en ese cielo azul que queda atrás de la nubes que lloran nuestra pena por su partida estará Don René, quizás cerca de la estrella de Lautaro por las noches iluminado nuestro caminos por esta larga noche que nos arremete hace más de quinientos años.
Nosotros los de abajo con la esperanza intacta, con el corazón lleno de ternura extrañaremos, su palabra y su voz clara, su fuerza y temple por ser un ejemplo y dar testimonio en vida de que la dignidad debe ser una costumbre cotidiana.
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