“En el resguardo indígena Huellas de la comunidad Nasa los niños se acuestan temprano. A las 7:40 de la noche la abuela de Sebastián, Orfilia Martínez, escuchó una moto. Alguien lanzó una piedra por la ventana. No era una piedra. Una granada estalló dentro de la casa. Sebastián y su mamá se enredaron en el toldillo, no pudieron correr a tiempo”…
Foto: Cortesía de FUCAI / Fotografía publicada en su web original con autorización del padre del menor
Centro de Memoria histórica
UN NIÑO NASA DE CUATRO AÑOS MURIÓ EN UNA VEREDA DE CALOTO, CAUCA, A CAUSA DE UNA GRANADA QUE DESCONOCIDOS LANZARON DENTRO DE SU CASA. LA EXPLOSIÓN TAMBIÉN LE PROVOCÓ UN ABORTO A SU MADRE. TENÍA CINCO MESES DE EMBARAZO.
Sebastián Ul Sécue vivía en la vereda El Nilo del corregimiento El Palo en Caloto con sus papás, su abuela, un primo bebé y la ilusión de ver nacer a su hermanito en menos de cinco meses. Sebastián tenía cuatro años y se quedaba dormido abrazado a su mamá, Ximena Sécue Martínez, debajo del toldillo que los guardaba de los zancudos y mosquitos.
En el resguardo indígena Huellas de la comunidad Nasa los niños se acuestan temprano. A las 7:40 de la noche la abuela de Sebastián, Orfilia Martínez, escuchó una moto. Alguien lanzó una piedra por la ventana. No era una piedra. Una granada estalló dentro de la casa. Sebastián y su mamá se enredaron en el toldillo, no pudieron correr a tiempo.
El pasado jueves 16 de agosto los vecinos de la señora Orfilia Martínez y de la familia Ul Sécue escucharon una explosión, luego los gritos de Orfilia, después corrieron con Sebastián y Ximena mal heridos al hospital de Caloto. Sólo Ximena llegó con vida. Sebastián y el hermanito que esperaba murieron en el camino.
Según testimonios de integrantes del cabildo indígena Huellas, Sebastián no es el primer niño víctima de los actos violentos que castigan a las comunidades indígenas del Cauca. Los constantes enfrentamientos entre la guerrilla de las FARC y el Ejército dejan menores heridos y muertos con frecuencia. Adelia García, Coordinadora de Familia y Niñez del Cabildo, recuerda con indignación algunos casos recientes, “Para no ir muy lejos, ayer otro niño de 14 años murió cuando venía bajando de las veredas de la parte alta y lo alcanzaron esquirlas de un petardo en el pecho”. En ese momento se desenvolvía un enfrentamiento entre Ejército y Guerrilla en las veredas El Placer, Venadillo, El Cedro, Pajarito, La Buitrera y La Chorrera, todas jurisdicción de Caloto.
El Cabildo ha empezado el proceso de investigación y planea una audiencia pública para encontrar a los responsables de la muerte de Sebastián. Sin embargo, esta búsqueda de justicia toma tiempo y entre tanto, la comunidad parece acostumbrarse a vivir entre el horror de los enfrentamientos. “En el momento menos esperado se sienten los enfrentamientos y al otro día se oyen los rumores de los muertos o heridos”, comentó Adelia, quien además es habitante de la vereda La Trampa, vecina de donde vivía Sebastián. “Uno está tranquilo en su casa y de repente pasan estas cosas. Yo no podría decir que esa familia tenía problemas con alguien, mucho menos los niños”, concluyó.
Ruth Consuelo Chaparro, Subdirectora de FUCAI (Fundación Caminos de Identidad), ha estado al tanto del caso de Sebastián y fue una de las primeras en difundir la noticia, “No pueden decir que eran informantes o cómplices de algún bando, eran dos niños muy pequeños, de cuatro años y el hermanito, ni siquiera había nacido”, ratificó con indignación y agregó que las entidades de protección de la infancia deberían hacerse presentes en la zona y procurar proteger más a los pequeños en medio del conflicto.
El Comité Internacional de la Cruz Roja asumió los gastos del sepelio de Sebastián y su hermanito aún no nacido. Su mamá no pudo asistir, fue trasladada al hospital Valle de Lilly en Cali, donde se recupera del aborto y las heridas. La abuela, Orfilia y el pequeño de ocho meses (primito de Sebastián) sufrieron leves lesiones causadas por las esquirlas y una vez dados de alta se mudaron a una casa de otra vereda cercana. Armando Ul, padre de Sebastián, ha recibido ayuda de la comunidad y de la fundación Tierra de Paz. Él es agricultor y trabaja para un hermano recolectando tomate y maíz. Todos decidieron abandonar su casa en El Nilo. “La dejaron sola y cerrada. Tienen mucho miedo de regresar”, dijo Adelia.
El Centro de Memoria Histórica lanzará en octubre el informe: Nuestra vida ha sido nuestra lucha "Memoria y resistencia de los pueblos indígenas del Cauca", en el marco de la V Semana por la Memoria
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