Con la excusa de hacer crecer la economía del continente latinoamericano, llegaron inversionistas españoles a fines del pasado siglo para intervenir en el mercado, pero nada podrá justificar los crímenes contra la humanidad que se están cometiendo hoy al sur del mundo, sólo para poder satisfacer los caprichos ambiciosos de los conquistadores de riquezas. Los capitalistas españoles actúan impunemente en América Latina con una actitud neocolonial, como si aún se cambiara oro por espejos y el Estado español apoyado por la comunidad económica europea ejerce de padre protector con sus empresas. Ya que escogieron el mejor momento para retomar el dominio en sus ex-colonias.
América Latina pasó por una crisis económica y política durante la década del 90, esa inestabilidad se produjo debido a las malas prácticas de sus gobernantes, presidentes como Fujimori, Menem, Color de Melo, Aroldo Alemán, entre otros, robaron y corrompieron el continente y como resultado de sus malas administraciones económicas, crece la deuda externa que muchos países latinoamericanos sostenían con el Fondo Monetario Internacional. Este panorama facilita la entrada a ladrones capitalistas españoles, que progresivamente vuelven para a robar recursos humanos y naturales en el continente.
Continuidad del proyecto colonial
El saqueo del continente por parte de estas empresas les ha proporcionado tremendos beneficios, que se han obtenido a costa de la subordinación de los pueblos a un sistema de control económico y cultural, pues no olvidemos que un factor importante que ha permitido esta nueva invasión económica, ha sido que el proyecto de occidentalización y “desindianizacion” que dejaron los colonizadores españoles del siglo XV, no ha cambiado, pues, muy por el contrario, sigue siendo ley y una estructura digna de imitar. Todo lo que sale del marco occidental, aunque esto tenga raíces más antiguas o fuertes que el modelo europeo, se entiende por ilegitimo.
Para ejemplificarlo mejor, recordemos lo que entienden los pueblos indígenas respecto al concepto de propiedad de los medios de producción, como la tierra, ya que, para ellos la propiedad es comunitaria, esta forma de administración de tierras bienes y recursos es totalmente opuesta a lo que la sociedad occidental entiende por propiedad, la cual promueve el individualismo.
Los Estados de América Latina han terminado con esta forma de propiedad comunitaria que tenían los pueblos indígenas, y la mayor parte de ellos les han negado a las comunidades indígenas ser propietarias en conjunto de sus tierras, cambiando así por completo tradiciones y sus formas de vida y, peor aún, han desintegrado las comunidades haciéndolas propietarias individuales de pequeñas extensiones de tierras, lo que ha permitido con mayor facilidad el usurpamiento de éstas, para así permitir la explotación de sus recursos naturales, los cuales, las veces que son explotados por empresas nacionales, son exportados a Europa dejando nada más que pobreza y destrucción en el ecosistema de la zona.
Se han ignorando por completo a los históricos dueños de las tierras: los indígenas.
Ellos no reciben beneficio alguno con las ganancias que obtienen aquellas empresas pertenecientes a la elite de la sociedad. Muy por el contrario, los pueblos indígenas de América Latina continúan viendo como el hombre blanco le roba sus riquezas y les desarraiga de su cultura, obligándolos progresivamente a adoptar el modo de vida europeo, claro, sin los beneficios que éstos obtienen por encontrarse en la cima de la pirámide social. Pues a ellos, a los aborígenes, que nada entienden de civilización ni progreso, no les dejan más que ser parte de la mano de obra; trabajando muchas veces como obreros de estas empresas que destruyen su cultura.
Tal es el caso de los trabajadores de la minería en Bolivia. Todos pertenecientes a los grupos más pobres de la sociedad.
Las condiciones de trabajo de los mineros, siguen siendo inhumanas. Los mineros de Cerro Rico en Potosí, no cuentan con herramientas ni vestuario adecuado para el trabajo que ejercen, tampoco tienen un debido acceso a agua potable ni sanitarios, sus salarios continuan siendo miserables, siguen muriendo dentro de la mina mientras cumplen sus extensas jornadas laborales, de la misma forma que morian cuando Potosí se combirtio en la cuidad más importante de América, ofreciendo su riqueza mineral a un muy bajo costo. Hoy la extracción de plata continua enriqueciendo a Europa y empobreciendo a los mineros y sus familias.
El oficio de minero sigue teniendo hasta hoy la continuidad generanacional, lo que implica que la movilidad en los estratos sociales de América Latina, continúan siendo casos aislados, la mayoría de los latinoamericanos que hemos tenido acceso a educación superior, provenimos de familias privilegiadas, mientras que los hijos de los obreros aprenden y practican el oficio de sus padres.
Los indígenas en América Latina se ven obligados a vender sus vidas a precios muy bajos.
Muchos de ellos viviendo en condiciones de pobreza extrema, ya sea en las zonas urbanas o rurales, se han visto obligados a aceptar las reglas del juego que les han sido impuestas y que los han condenado a trabajar para intereses ajenos, sin ver el fruto de su trabajo. Agricultores y artesanos de todos los rincones de América Latina, venden sus productos a precios tan bajos que en muchísimas ocasiones no cobran el valor real de lo que estos implican. Los artesanos de Chichiatztenago, Otavalo, Copacabana, Panguipulli, y tantos otros lugares de América morena, cambian sus artesanías a los turistas por un par de queztales, pesos o soles, que después serán multiplicados en euros en tiendas de Barcelona, Lisboa, Berlín o Estocolmo. Pocos e insuficientes son los intentos de intercambio justo, que se emprenden desde personas u organizaciones concientes.
La usurpación de los recursos naturales y humanos de Latinoamérica tiene sumergida a gran parte de sus habitantes en la pobreza e indigencia y a una pequeña parte de estos repartiéndose dichos recursos y apropiándose de ellos como lo hicieron españoles, portugueses, holandeses, ingleses y franceses en siglos anteriores. Sentados en el trono del rey, contando sus riquezas.
Mientras se sigan robando los recursos naturales de pueblos originarios de nuestra América y se continúe ignorando su cultura, no podremos hablar de integración, término tan manoseado en las últimas décadas por políticos populistas que pretenden disfrazar de integración, proyectos de desarrollo indígenas que no son más que limosnas, que reparten para hacer creer al mundo entero que se están ocupando de sus pueblos originarios, hoy protegidos por las Naciones Unidas en la Convención 169, la que supuestamente vela por la protección a los indígenas y sus Derechos Humanos.
Becas de estudio para indígenas, subsidios de tierras y unos cuantos diplomas son otorgados a los “indios de América”, pero estos en la práctica no cambian ni contribuyen a mejorar sus condiciones de vida, ni menos las de un pueblo entero.
Ha sido a costa de muertes, torturas y abusos que han conseguido la apropiación de las tierras de las que afloran los recursos naturales.
En Chile, durante los últimos dos gobiernos de la Concertación, coalición autodenominada de centro izquierda, 10 jóvenes Mapuche entre 18 y 25 años fueron muertos a bala en diferentes operativos represivos dirigidos por el Estado. En Junio del año pasado, indígenas amazónicos fueron asesinados en una sangrienta y brutal masacre perpetrada por parte del Estado peruano que defendía los intereses comerciales de las empresas transnacionales.
En Colombia, los Kankuamos son víctimas de constantes ataques por parte de paramilitares, y en agosto del año recién pasado, el coordinador del programa de Derechos Humanos de la organización indígena Kankuama fue asesinado. De la misma forma de antaño se reprime y mata a los indígenas por toda Latinoamérica, quienes el único delito que han cometido ha sido reivindicar su derecho a la diferencia y exigir que se les respete como Mapuche, Quechua, Guaraní, Cakchiquel, Kiché, Cuna...etc., y que los dueños del capital dejen de reducirlos a la categoría europea de obrero /campesino.
Los movimientos por la recuperación de tierras y reivindicación cultural están creciendo con fuerza en nuestro continente, porque a pesar del intento de los colonizadores, nunca consiguieron una total y completa asimilación de los pueblos originarios, quienes hoy exigen participación política, que se les respeten sus dinámicas de organización y reconozcan sus diferencias étnico-culturales. Desde Chiapas hasta la Patagonia, los movimientos indígenas concentran energías en la lucha por una verdadera integración.
Aunque Europa, además de imponer su lengua, sus valores, su religión, llevar sus vicios y enfermedades e implantar su sistema político y económico, hoy penalice la lucha justa de los indígena, terrorice sus movimientos e ilegitime sus formas de lucha, aunque traten de convencerlos de que será a través de la democracia neoliberal, mecanismo de exclusión por excelencia, que conseguirán manifestar sus necesidades individuales, los pueblos indígenas seguirán revindicándose en conjunto haciendo resistencia al yugo del colonizador y gritando con más fuerza: ¡Como indios nos conquistaron, como indios nos liberamos!
Referencias:
• Bonfil “Mexico profundo. Una civilización negada” 1987
• CEPAL 2004- 2006 - 2008 La inversión extranjera en América Latina y el Caribe 2003.
• Dussel Enrique 1942.
• Feáns, Aloia Álvarez Multinacionales españolas en América Latina: del desembarco a la reordenación 17-07-2006.
• Hector Kol “El salvataje a la industria salmonera y el intento de privatizar las aguas interiores del mar austral chileno” 04-2009.
• Montes, Chile –Socialización de la deuda salmonera: Ley incidente para una industria impresentable.
• ONU : Foro permanente para las cuestiones indígenas: “Situación de los pueblos indígenas en el mundo”.
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1 commentaire:
Te invitamos a Santiago a assistir a nuestra nueva obra : La Larga Noche de los 500 anos.
http://www.portaldearte.cl/agenda/teatro/2010/la_larga.html
cordialmente
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