La prensa y gobierno de Chile han informado principalmente de damnificados y daños en infraestructuras en general de las ciudades costeras de las regiones de Tarapacá y Arica-Parinacota (I y XV). Escasa información se ha entregado acerca de los efectos del terremoto en los poblados aymara rurales, y población aymara urbana.
Por Víctor Toledo Llancaqueo - Fuente: politicaspublicas.net
El terremoto del 1 de abril de 2014, con epicentro en el mar al frente de Iquique, Chile, ha afectado a dos regiones del norte de Chile y una región del sur de Perú, zona de territorios tradicionales aymara.
La prensa y gobierno de Chile han informado principalmente de damnificados y daños en infraestructuras en general de las ciudades costeras de las regiones de Tarapacá y Arica-Parinacota (I y XV). Escasa información se ha entregado acerca de los efectos del terremoto en los poblados aymara rurales, y población aymara urbana.
Por cierto, a más de alguien puede sorprender la pregunta por la situación de los aymara; “si el terremoto afectó a todos, indígenas y no indígenas”, se nos dirá. Si, pero tal como cada persona buscará saber de los suyos tras un sismo o catástrofe, es legítimo que los aymara, o los mapuche, o quechua, o lickanantay, querrán saber de los suyos, su lazo primordial, su pueblo, en una emergencia. Es su derecho. Más aun, cuando se tiene la experiencia de que ser indígena es estar casi siempre entre los invisibilizados, aislados, los damnificados sin información.
Fenómenos naturales, desigualdad y desastres sociales
Un primer acercamiento al tema de las emergencias indicaría que lo que importa es la población en general, sin diferencias sociales, de sexo, edad, etnia, etc. Es lo que indica el sentido común. A fin cuentas, el terremoto ha sacudido a todos sin distinción, recordándonos la condición de humanos vulnerables ante las fuerzas de la naturaleza.
Sin embargo, la experiencia, y la evidencia internacional, indican que los desastres naturales, en rigor, son desastres sociales, en que los fenómenos naturales – un sismo, un choque de placas- sacan a la luz, con fuerza, las desigualdades sociales. Se derrumban las casas de los más pobres, la electricidad y el agua demora más en llegar a sus barrios y poblados, las mujeres están más expuestas y exigidas, sus hijos enferman o mueren de frío en las carpas de emergencia, los ancianos quedan abandonados.
La desigualdad ante los desastres no ocurre solo en Chile. Los tsunamis, huracanes y terremotos que azotaron partes de Asia y EE.UUU. en 2004 y 2005 y encendieron las alarmas de la comunidad internacional respecto a prestar atención a los múltiples desafíos en materia de derechos humanos que enfrentan las personas afectadas por estos desastres. De ahí la elaboración de una serie de manuales y guías sobre enfoque de derechos humanos en la gestión de emergencias y reconstrucción (ver aquí).
Falta de información sobre los efectos del terremoto en la zona aymara
En el terremoto reciente, de abril de 2014, los poblados rurales -aymara- quedaron aislados, no porque el sismo los azotara más fuerte, sino porque nunca han contado con vías ni medios de comunicación que les conecten de modo seguro; y ahora no son prioridad. “Son pocas familias” en los poblados, se dirá, además, acostumbrados a las inclemencias. Ya ocurrió con el terremoto del 2005.
En las regiones de Tarapacá y Arica-Parinacota (i y XV), a una semana del terremoto del 1 de abril 2014, aun no existe un catastro de impactos del terremoto en poblados aymara. Fundaciones privadas, preocupadas noblemente por el patrimonio arquitectónico de las hermosas iglesias aymara, han informado que las iglesias tienen distintos grados de daño. Pero nada se dice de los habitantes.
La prensa informa que retroexcavadoras han comenzado a derribar las tradicionales casas de adobe aymara, dañadas; pero nada se informa acerca de cuál será el material y diseños que reemplazarán esa tecnología que por milenios se ha adaptado al clima y movimientos de la precordillera aymara.
¿Qué suerte espera ahora a los poblados aymara que han resistido estoicos a las transformaciones neoliberales de tres décadas, y a eso que Jan Van Kessel llamara el “holocausto al progreso“? ¿Será el terremoto del 2014 la sacudida final? ¿O puede ser ésta una inesperada oportunidad para la reconstrucción de esos poblados? ¿Se reconstruirán los canales de regadío? ¿La demolición de las casas tradicionales ha contado con el consentimiento de los aymara? ¿Qué casas se les prometieron? ¿De internit? ¿Se seguirán pautas de arquitectura aymara? ¿Se les ha pedido su opinión? ¿Participarán en el diseño y gestión de los planes de reconstrucción?
¿Cuántos hermanos y hermanas aymara se han visto afectados? Pareciera que, en general, son pocos los afectados por el terremoto, en relación a la magnitud de éste, sin embargo, a la hora del balance, aun no se sabe cuántos son los afectados aymara. Al parecer, según la prensa, la mayor parte de los damnificados son habitantes de Alto Hospicio, que vieron sus viviendas sociales agrietadas. Ahora bien, los estudios regionales han descrito a Alto Hospicio como un “cluster” aymara, no sería extraño que una alta proporción de damnificados sea aymara.
En 2014 las autoridades no debieran repetir, en el norte aymara, los errores y postergaciones que se cometieron en 2010 en el sur mapuche y lafkenche, con ocasión de terremoto y tsunami de febrero de 2010. En ese desastre nunca hubo información oficial sobre los efectos del terremoto en comunidades mapuche. La ayuda y recopilación de información, el recuento de daños, la noticias de los parientes, el inventario de pozos, antenas de radio, puentes, y escuelas derrumbadas, corrió ante todo por cuenta de las propias redes sociales y de solidaridad del pueblo mapuche, que se autoconvocó capilarmente y tendió la mano a lo largo del país. [ Ver aquí un recuento]
Desde el Estado, hasta el presente, no existe informe oficial de los daños del #27F en comunidades y familias mapuche, ni de las lecciones del caso. Que eso no ocurra ahora con los aymara, es el desafío.
Oportunidad y desafío para CONADI y Gobierno: asegurar información y participación indígena en las políticas de emergencia y reconstrucción
En ese contexto, es valorable que en abril de 2014, CONADI y su nueva dirección acogiera el llamado realizado por redes sociales a monitorear la situación de los poblados aymara. Su Director ha encabezado el monitoreo, los funcionarios de CONADI visitan los lugares, cuando se han abierto vías, y por Twiter @CONADI_Gob ha estado difundiendo la escasa información disponible. Ello es valioso. Y hay mayores desafíos de cara a la reconstrucción.
Ojalá pronto se pueda contar con catastro de daños, y una evaluación de la emergencia, desde la perspectiva de los derechos aymara. Conadi cuenta con la información de base para un buen informe, sumada a la de otros servicios del estado, MOP, INE, DGA, CIREN, ONEMI, y del Servicio Geológico de EE.UU, y el trabajo en terreno, se puede elaborar un catastro y análisis geográfico. Más aun, pueden utilizarse herramientas web 2.0 para un mapeo y diagnóstico colaborativo. Luego sigue el imperativo de planear la reconstrucción con activa participación aymara.
En la emergencia y en la reconstrucción en el norte se puede y debe contar con la participación de las organizaciones y comunidades aymara. Los desastres, debieran servir como oportunidad para derribar viejas prácticas de discriminación, esa invisibilización de los indígenas en la información sobre la emergencia, que reproduce la postergación, y se traduce en impertinencia de las políticas públicas a la hora de la reconstrucción.
Los pueblos indígenas tienen derecho a la información y a participar en todas las decisiones que les afecten, así lo establecen las normas internacionales de derechos humanos. Y por cierto, las decisiones de emergencia y reconstrucción de sus pueblos y viviendas es asunto que les atañe. Y el Estado tiene la obligación de resguardar los derechos de los pueblos indígenas afectados, tanto sus derechos a la vivienda culturalmente pertinente, a su infraestructura de caminos y riego, a la seguridad, a la participación, más aun si se es afectado, y cuando lo que se está en juego es el porvenir colectivo, el habitat, como familias y comunidad.
http://mapuexpress.org
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire