Veintiseis familias forman la comunidad lafkenche Rehue Lafquén, de Mehuín, grupo humano con historia pues sus integrantes descienden de algunas de las familias más antiguas del territorio costero. En la actualidad, la Rehue Lafquén está concentrada en dar vida a un significativo proyecto colectivo, basado en el rescate y fortalecimiento cultural, la defensa del medioambiente y el turismo.
Por Texto + Fotos: José Luis Vargas
Fotos: Felipe Montalva
Fuente: Revista Marejada
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. La presencia amenazante del ducto de la empresa Celulosa Arauco (CELCO) y la nula respuesta que ha dado el estado a la petición de Espacio Costero Marino para Pueblos Originarios (ECMPO), realizado por la Asociación de Comunidades Lafkenche de San José de la Mariquina, al amparo de la ley 20.249, sigue obstaculizando la concreción de las formas propias de desarrollo de este pueblo.
En lo que se conoce hoy como Mehuín, vivió hace más de 100 años, la familia Nahuelpán, quien junto a otras familias antiguas, ocupaba grandes extensiones de territorio.
“Era un fundo que abarcaba desde el río Lingue hasta Cheuque”, cuenta Jaime Nahuelpán, presidente de la comunidad Rehue Lafquén y descendiente directo los primeros habitantes de la zona.
Con el correr del tiempo, las generaciones que siguieron vieron, poco a poco, cómo se empequeñecían sus tierras. “El Estado chileno llegó reduciendo el territorio de nuestros abuelos. Cuando llegaron los colonos, se comenzó a darles tierras, arrinconando a nuestros abuelos a los cerros. Todo lo que hoy son los campos que se encuentran a la orilla de la playa fueron quitados”, rememora el dirigente.
Don Oscar Quilapán Caniulaf de 66 años, ha vivido siempre en Mehuín, en las tierras del antiguo lof que hoy ocupa la comunidad Rehue Lafquén. El hombre nos cuenta que para el terremoto de 1960, “muchos campos Se anegaron impidiendo la subsistencia y alimentación de muchas familias dedicadas a la agricultura”.
Hasta hace pocos años, un terreno de playa que perteneció a los Nahuelpán era administrado por la Armada que concesionaba a instituciones y particulares el uso de este espacio. Los miembros de la Rehue Lafkén, al ver que la tierra en cuestión siempre perteneció a las familias del territorio, decidieron constituirse legalmente como comunidad e iniciar trámites para hacer uso del terreno y utilizarlo como camping.
“Formamos una comunidad dentro del territorio de nuestros abuelos, con familias Quilapán, Antilén y otros peñi; nuestra comunidad tiene 4 años y nuestro objetivo fue defender nuestros derechos territoriales y el lafkén mapu”, manifiesta Jaime Nahuelpán.
La Armada muchas veces los ha querido sacar de ahí. “Dicen que estamos de forma ilegal pero las leyes que ha suscrito el propio Estado nos avalan”, explica el presidente de la comunidad, argumentando que el convenio 169 de la OIT y la Ley Lafquenche “establecen que son las comunidades las que tienen que definir sus propias formas de desarrollo; además se debe respetar el uso consuetudinario (el uso por costumbre) que da el pueblo mapuche a espacios como este. Por eso creemos que es legítimo lo que estamos haciendo”.
La ley Lafkenche sobre el espacio costero
Fuera del espacio que está recuperando la comunidad Rehue Lafquén, el terreno utilizado como camping se encuentra dentro de solicitud de espacio costero marino tramitado por la Asociación de Comunidades Lafkenche de San José de la Mariquina, que va desde la Punta de Queule hasta el Morro Gonzalo, en Corral.
Formalizar la solicitud de espacio costero marino sería muy importante para complementar la economía de la comunidad pues, hoy, las mujeres se dedican a la elaboración de tejidos, así como al cultivo de huertas y chacras; los hombres, en tanto, se empeñan en la pesca de sierras, róbalos y el marisqueo de choros y machas. La agricultura familiar campesina se centra en el sembrado de papas, arvejas y porotos. Sin embargo, hasta el momento no hay respuesta por parte de las autoridades, dado que el Estado solicita que las comunidades entreguen las coordenadas sobre los espacios que están pidiendo al amparo de la Ley Lafkenche.
A juicio de Jaime Nahuelpán, no hay voluntad ni interés por formalizar lo que las comunidades están demandando. “El Estado tiene las coordenadas y cuenta con los recursos para poder hacerlo; sin embargo, no hay ninguna respuesta”, argumenta.
Agrega que para las familias del sector es fundamental recuperar el territorio, “para desarrollarnos, educar a nuestras familias, darles trabajo, conservar lo que queda de naturaleza y rescatar nuestra cultura mapuche en sus distintas formas. No queremos contaminación, por eso nos oponemos a la construcción del ducto rotundamente. Al mismo tiempo esperamos que el gobierno respete las leyes que ellos mismos firmaron”, sostiene Nahuelpán.
Oscar Quilapán Caniulaf, pescador nacido y criado en la costa, tiene la misma visión pensando en la importancia de asegurar la soberanía alimentaria para la comunidad y el territorio costero: “Sería positivo que el espacio costero marino que estamos solicitando como Asociación de comunidades se haga efectivo. Por generaciones nos hemos alimentado de lo que el mar provee y de continuarse explotando los recursos no va a quedar nada en el futuro”, alerta. “Los barcos industriales andan explotando lo que capturan los pescadores artesanales de Mehuín y Queule. (Nosotros) pescamos para vivir y quedaríamos pésimo si nos siguen arrinconando”, agrega Oscar.
Separando las cosas
La comunidad Rehue Lafkén ve con preocupación la presencia de la empresa CELCO en Mehuín ya que no es sinónimo de desarrollo sino de destrucción, dicen, por eso se han opuesto desde siempre.
“No queremos que se terminen los espacios naturales que quedan; estamos en contra de la contaminación de Celulosa Arauco que quiere contaminar el mar de donde nos alimentamos”, sentencia Nahuelpán.
A largo plazo los miembros de dicho lof tienen un proyecto turístico: “Instalar una piscina termal con agua de mar, cocinerías, puestos de artesanía, ruca y cabañas”, da a conocer el presidente de la comunidad, quien al ser consultado sobre los posibles riesgos de volcar demasiada atención a la promoción del turismo, explica que “se deben separar bien las cosas. Una es la parte cultural. A nosotros el turismo nos da un ingreso para subsistir”, declara.
En el plano cultural, la comunidad participa del nguillatún de Maiquillahue, donde don Alejandro Nahuelpán, padre de Jaime tuvo el cargo de sargento, teniendo la responsabilidad de cuidar el orden para que se realice de buena forma la ceremonia. Hoy, las familias Nahuelpán, Quilapán y Antilén de la comunidad Rehue Lafquén asumen la misma responsabilidad de defensa del territorio y cuidado del medioambiente para las futuras generaciones que tuvieron sus abuelos.
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