La coexistencia de dos Cumbres paralelas, con premisas y
objetivos claramente diferenciados, configuraron la estructura dual del
megaencuentro realizado en suelo carioca: la Conferencia oficial convocó a los
Estados a la discusión de la problemática ambiental en términos interestatales;
la Conferencia alternativa o Cumbre de los Pueblos concitó la participación de
la Sociedad civil, ambientalistas y ONGs.
Introducción
La Conferencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Sostenible Río 2012 ya es historia. Con un perfil evocativo y austerísimo en términos de resultados, se potencian aún más los interrogantes planteados respecto de las consecuencias cada vez más sombrías del modelo de desarrollo global.
La coexistencia de dos Cumbres paralelas, con premisas y objetivos claramente diferenciados, configuraron la estructura dual del megaencuentro realizado en suelo carioca: la Conferencia oficial convocó a los Estados a la discusión de la problemática ambiental en términos interestatales; la Conferencia alternativa o Cumbre de los Pueblos concitó la participación de la Sociedad civil, ambientalistas y ONGs.
Encuadre teórico
Analizando las posturas de ambas Cumbres, podemos señalar que la primera de ellas, la oficial, responde a los lineamientos del discurso de la Modernización Ecológica, que concibe al crecimiento económico con protección ambiental, se impone el conocimiento experto por sobre el conocimiento lego y la gestión ambiental trata de ejercitar el principio de precaución antes que la reparación como así también, la solidaridad con las generaciones futuras: el desarrollo sustentable emerge como el ícono conceptual más difundido aunque no menos desvirtuado.
La segunda de ellas, la Cumbre de los Pueblos, se enrolaría en los lineamientos de la Ecología Política y del Movimiento de Justicia Ambiental: ambos enfoques son críticos del modelo de desarrollo actual (incluyendo propuestas superadoras), la primera tiene como objeto de estudio los conflictos ecológicos-distributivos desde una perspectiva teórico-práctica transdisciplinar mientras que el segundo es reivindicatorio de la distribución equitativa y reparatoria, en las proporciones contaminadoras pertinentes, desde una perspectiva estratificadora del Sistema Internacional.
Discusiones
Pero, ¿qué es lo que verdaderamente se discute? Precisamente, se debate acerca de cuáles son los costos socioambientales de la apropiación, industrialización, comercialización y distribución de los bienes naturales comunes y los servicios ecosistémicos globales. La imposibilidad de conciliar los intereses de los gobiernos por un lado, con los intereses de los pueblos por el otro, dan como resultados la realización de dos Cumbres paralelas, simultáneas y mutuamente indiferentes: mientras que la primera trata de amortiguar los efectos ambientales la segunda busca modificar el proceso (modelo de desarrollo) que conlleva los efectos mencionados.
Desde una perspectiva histórica Río+20 refleja los años transcurridos o el derrotero desde la Cumbre de la Tierra Río'92, cuyo valor residió en diseñar la Agenda XXI, otrora esperanzadora y de mayor legitimidad del espectro ambientalista, al menos respecto de la actual, iniciada en Estocolmo '72 como instancia fundacional.
Pero también, desde una perspectiva coyuntural refleja los modelos de gestionar la crisis global de los países del Norte como del Sur, cuya visibilidad antagónica resulta hoy, en los albores del tercer milenio, incontrastable.
En el Norte, la solución intentada se centra en la profundización del enfoque liberal clásico es decir, que aún fracasando, continúa imponiéndose, como en las recientes elecciones griegas. En el Sur, la gestión se encamina con la recuperación de la autoridad público-estatal, con un Estado con mayor presencia e intervención en el conjunto de la sociedad cual impronta keynesiana.
Resulta necesario remarcar la continuidad lineal de la presente Conferencia con la Cumbre del Milenio, Ronda de Doha iniciada en 2001 en el marco de la Organización de Comercio, en términos de demostrar que las relaciones Sur-Norte han quedado cristalizadas sin poder lograr instancias superadoras tendientes a concretar un orden internacional más justo y respetuoso y no sólo de modo formal, de las decisiones soberanas de los Estados, cualquiera sea su inserción internacional.
Ahora bien, la propuesta oficial de la economía verde, que se inscribe en los lineamientos del discurso de la Modernización Ecológica, no logra, naturalmente, aglutinar el apoyo mayoritario del Sur, que ha iniciado otro camino perfilado por la participación de la sociedad civil, vía movimientos sociales como ONGs en la toma de decisiones nacionales orientado por un Estado fuerte y cada vez más gravitante: la economía verde implicaría, tal como hoy se plantea, la mercantilización de la fase extractiva y transformadora de los recursos naturales como también de la fase distributiva de los mismos al posibilitar la creación de mercados especulativos para ellos, cuales mecanismos diseñados conjuntamente entre la OMC y la PNUMA. ¿Y si se escuchan las propuestas de la Cumbre de los Pueblos? De la sinergia de ambas Cumbres, puede resultar algo realmente interesante.
La imperiosidad y la honestidad de aceptar criterios de responsabilidad proporcionales a la capacidad contaminante de los Estados pareciera ser el Talón de Aquiles de la discusión, no resulta aceptado totalmente por el Norte, lo que contribuiría a consolidar el status quo internacional, ya que, en vez de hacerse cargo por sus propios medios de su pasado contaminador, terminarían cargando su pasivo ambiental al Sur no industrializado y menos aún, desarrollado; la creación de una Agencia supranacional en el marco de la PNUMA con potestades punitivas y la aceptación del concierto de países, sería un punto de partida negativo y regresivo ya que refrendaría las asimetrías y posibilidades de desarrollo del Sur.
Conclusiones abiertas
¿Qué enseñanzas nos deja Río+20?
- Que el Sur, a pesar de su creciente y decisiva participación en el concierto internacional, continúa con capacidades de decisión limitadas como formadores de políticas globales;
- Que la decisión deliberada de no intentar integrar ambas Cumbres y tratar a la Conferencia oficial como Cumbre ambiental, se propicia una discusión unidimensional (ambiental) en el sentido de proponer crear mecanismos o formas para mejorar y/o aggiornar sin promover una discusión seria sobre las causas estructurales y multidimensionales (económicas, políticas y socioculturales) que nos explicarían la actual situación. Y el Norte no abre el debate porque implicaría deconstruir su propia historia.
- Que en esta oportunidad, la diplomacia no siempre representa las intereses de las países que más necesitan de sus virtudes, a diferencia de los grandes logros conseguidos con las Convenciones sobre Biodiversidad, Cambio Climático y Desertificación o el mismísimo e incumplido Protocolo de Kioto.
Para cerrar, y como señala Boff, “junto con la Río +20 sería muy positivo rescatar también la Estocolmo+40. (…) el foco central no era el desarrollo sino el cuidado y la responsabilidad colectiva por todo lo que nos rodea y que está en acelerado proceso de degradación, afectando a todos y especialmente a los países pobres. Era una perspectiva humanística y generosa, que se perdió con la carpeta cerrada del desarrollo sostenible y, ahora, con la economía verde”.
Hoy, dada la importancia que va cobrando el Sur en el concierto internacional, a través de los BRICS, de América Latina, de la cooperación Sur-Sur, los versos del poeta de la otra orilla, suenan cada vez con más fuerza y legitimidad: pero aquí abajo, abajo cerca de las raíces es donde la memoria ningún recuerdo omite y hay quienes se desmueren y hay quienes se desviven y así entre todos logran lo que era un imposible que todo el mundo sepa que el Sur, que el Sur también existe.
Fuente: www.ecoportal.net
Mg. Claudio L. Tomás - Julio de 2012
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