samedi 31 décembre 2011

RECORDANDO A ANSELMO RAGUILEO


"Hace un año atrás entrevisté a Rayen, con el propósito de conocer su trabajo junto a Anselmo Raguileo, el lingüista mapuche creador del Alfabeto Raguileo, porque estoy empeñado en recolectar información de parte de quienes lo conocieron que me permita escribir su biografía. En esa ocasión Rayen me contó que lo conoció “a principios del año 91, en la Casa de Arte Mapuche"...

ERWIN QUINTUPILL

mingako kultural

Imagen: Anselmo Raguileo

Fotografía: cedida por Ruby Raguileo

RECORDANDO A ANSELMO RAGUILEO Con Rayen Kvyeh, poeta mapuche.

Hace un año atrás entrevisté a Rayen, con el propósito de conocer su trabajo junto a Anselmo Raguileo, el lingüista mapuche creador del Alfabeto Raguileo, porque estoy empeñado en recolectar información de parte de quienes lo conocieron que me permita escribir su biografía. En esa ocasión Rayen me contó que lo conoció “a principios del año 91, en la Casa de Arte Mapuche. Eran los comienzos de un Taller Literario, donde estábamos Elicura Chihuaylaf, Leonel Lienlaf y yo. Entonces, así llegó don Anselmo y conversamos con él. Había la idea de crear una casa de la literatura mapuche, a la cual él se integró”.

Una de las discusiones iniciales fue con relación al nombre que le darían a la casa. En eso el aporte de don Anselmo fue determinante. “Él, como era un gran estudioso de la lengua, nos dijo: normalmente la gente dice “Ñuke Mapu”, pero en el idioma mapuche lo correcto es que sea Mapu Ñuke, madre tierra”.

Ese equipo de trabajo se reunía semanalmente. Como primera tarea importante se propusieron el lanzamiento de una revista, “la “Mapu Ñuke”, en la cual él empezó a participar directamente. Lo que en un comienzo – a fines de los 90 y en la primera mitad del año 91 – fue el Taller Literario, dio paso posteriormente a la Casa de Arte Mapuche.

Dice Rayen que “al principio pensamos en chiquitito”; pero, “fueron muchos jóvenes, mujeres y hombres, que fueron interesándose; pero también que tenían otras inquietudes: algunos que querían hacer música, otros poesía, otros que querían expresarse en la plástica o también en la greda, en la piedra. Fue así que de repente nos dimos cuenta que cada vez iba creciendo el interés. Fue así como ese Taller Literario dio pie a la Casa de Arte Mapuche, a la Mapu Ñuke Kimce Wejiñ”.

La casa de Arte Mapuche Mapu Ñuke Kimce Wejiñ estuvo ubicada en la calle Matta, Nº 25. “Era una casa grande que nosotros arrendábamos”, recuerda Rayen. Él llegó a trabajar ahí, como un trabajo voluntario, como el que hacía Leonel, Elicura y yo. (Fuimos) el grupo iniciador de la casa. Él fue el apoyo lingüístico. Nos explicó muy bien su grafemario, y fue así como nosotros empezamos (a realizar) talleres de lenguaje en mapuzugun, principalmente enfocado a jóvenes y niños. Entonces había dos categorías, en donde él supervisaba ese trabajo de enseñanza del idioma.

Dice Rayen que se crearon dos instancias etáreas, es decir, un taller para niños y otro para jóvenes, especialmente a aquellos que habían nacido en la ciudad y carecían de una experiencia de vida en el lof; pero, no sólo se trataba de un espacio preocupado en la recuperación del idioma, sino también de identidad, los que eran supervisados directamente por don Anselmo. “Él hizo las cartillas de lenguaje”, continúa Rayen y cuenta que se hizo apoyar por un grupo de personas hablantes del mapuzugun, quienes se encargaban de la realización de los talleres bajo su supervisión. En total habrían trabajado cinco cartillas.

Cada curso de recuperación del mapuzugun fue planeado para realizarlo en seis meses, ejecutándose uno por año; siendo una de las principales dificultades el no contar con financiamiento fijo, de modo que el grupo debía desarrollar actividades que permitieran financiarlo.

Ya en un plano más personal y como producto de ese trabajo de colaboración, Rayen confiesa que “él fue para mí un guía. Yo pensé y pienso todavía de que… Él era una persona que tenía una posición política; pero, tenía un criterio tan amplio, que cabían en él todas las opiniones. Yo creo que ha sido la persona que a mí más me ha… ¿cómo diría, yo?... una de las personas que yo más he seguido y he admirado por el conocimiento que él tenía, pero, también por la amplitud de criterio, porque él tenía una tremenda capacidad de escuchar, y (por eso) tenía una tremenda capacidad de discutir posiciones diferentes o conceptos o afirmaciones o negaciones en diferentes temas que uno tenía”.

“Yo siempre pensé que si hubiera diez Raguileo, otra cosa sería en el mundo mapuche, por su amplitud de criterio, por ser capaz de escuchar todas las corrientes que se daban entre los mapuche. Creo es una de las cosas que más admiré en él es eso, el no tener una visión unilateral, personalista, sino que una visión circular: el concepto de la vida en el mundo mapuche”.

Para finalizar, agrego que en la Casa de Arte, de cuyo equipo directivo fue integrante Anselmo Raguileo, se ocupó de promocionar la cultura mapuche, preferentemente a través del desarrollo de actividades artísticas y culturales. Ese fue el espacio en que se habrían dado a conocer algunos artistas reconocidos actualmente como Eduardo Rapimán, Juan Silva Painequeo y Cristian Collipal, entre otros. “En la Casa de Arte se hizo el primer concierto de Los Pirulogko”.

Hubo varias ocasiones en que don Anselmo se involucró en los libretos de los actos artísticos que allí se realizaron. La locución se hacía en castellano y él iba realizando la traducción al mapuzugun. Con la revista, también hicieron el esfuerzo para que saliera escrita en los dos idiomas. Rayen cuenta que “era él el que traducía la revista. Yo creo que los primeros textos que tradujo, fueron los de nuestra revista, la “Mapu Ñuke”. De hecho todas las traducciones entre los años 91, 92, 93, hasta el 95, las hizo él.

El primer libro que Anselmo Raguileo tradujo del castellano al mapuzugun fue un poemario de Rayen. Ella cuenta que estaba trabajando con Leonel Lienlaf sobre aquello. “Estábamos viendo… Entre varios, estábamos viendo; porque no teníamos la experiencia de escribir el idioma, ninguno de nosotros. Entonces, él me dijo: “Yo quiero que trabajes el primer texto con mi grafemario”. Y yo le dije: “Pucha. Bueno”, porque además nosotros estábamos convencidos… hasta hoy, estoy convencida de que él… es la mejor forma de escribir el idioma, y soy una defensora del grafemario de Raguileo, en todas partes. Ahí él se involucró en la traducción de mi libro”.

Paralelamente, don Anselmo estaba abocado a trabajar en la ong CAPIDE, que lo había invitado a trabajar y le brindó apoyo para el desarrollo de su propuesta escritural. Eso ocurrió en 1980, época en que deja la capital y retorna al sur para darle forma definitiva a su sueño de entregar a su pueblo una herramienta que nos permitiera registrar por escrito nuestros conocimientos, nuestra sabiduría, nuestra memoria.

Poco se ha hecho a la fecha de lo que se dijo el día de su funeral. (Guardo el registro en audio de esa ceremonia, realizada en el cementerio de Saltapura. En Santiago de Chile, existe un grupo de jóvenes, mayoritariamente nacidos en la ciudad, que han asumido el Alfabeto Raguileo, El Taller David Cayuqueo. En Puel Mapu (Lado argentino de nuestro Waj Mapu), existe un profesor de inglés – Tulio Cañumil – quien ha realizado un valioso trabajo acerca del mapuzugun. Dice Cañumil: “La fuente principal de la información gramatical (de su trabajo) es el trabajo del profesor Ranguileo Lincopil, y los datos que algunos hermanos y hermanas Mapuche me han ido entregando”. Agrega más adelante que la propuesta Raguileo “tiene la ventaja de estar pensado desde el punto de vista de un hablante del idioma, y en función de las características de la propia lengua”; pero, también reconoce que “es muy conveniente para escribir con cualquier teclado de computadora, o aun la mas antigua maquina de escribir, y especialmente indicado para enviar mensajes de texto por teléfono celular”.

Cuando leo esta última cita, me parece estar escuchándolo a él mismo; pues, en alguna oportunidad me explicó las ventajas que él le reconocía a su trabajo. Me dijo, recuerdo, “una de las desventajas que encuentro en las propuestas de los demás es que resulta complicado escribirla en la máquina de escribir”. (En ese tiempo los computadores personales eran ciencia ficción aún). Me decía, “imagínate escribir esa ele propia del mapuzugun en una palabra que requiere ser subrayada, o lo tedioso que resulta colocar las cremillas a la u, para escribir püllü, por ejemplo, como lo hacen; cuando podemos utilizar la v para ese sonido, y resulta mucho más sencillo”. El profesor Cañumil dice no haber conocido a don Anselmo; pero, es probablemente quien más esfuerzos ha desarrollado por mantenerlo vigente y engrandecer su trabajo, siendo su propósito principal no precisamente aquel.

De esta manera, finalizo esta entrega que tiene como propósito recordar a nuestro pariente, a nuestro tío, y sobre todo motivar a los jóvenes a desarrollar múltiples acciones orientadas a recuperar el nombre y la obra de uno de los grandes intelectuales mapuche. Próximamente ofreceré fragmentos de entrevistas realizadas a otras personas que estuvieron ligadas a él

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