Represiones, muertes e intentos de desalojo no alcanzan para debilitar a la población mapuce que integra el lof Winkul Newen. A fines del 2012, las corporaciones lograron sacar un conejo de la galera: “esa comunidad es violenta”, circuló en redes y medios de comunicación tras una situación conflictiva y descontextualizada en Portezuelo Chico que terminó con una empleada judicial herida, quien aún hoy sigue desparramando su xenofobia cada vez que se le presenta la oportunidad cayéndole como anillo al dedo a la industria hidrocarburífera.
Por Soledad Arrieta / Cártago Web Fotos: Indymedia
El lof mapuce Winkul Newen, entre muchas otras comunidades, tiene la particularidad de no aceptar arreglos económicos con las petroleras que vienen a destruir la naturaleza y la salud. Les alcanzó con ver morir a Cristina Linkopan en las vecinas tierras de Gelay Ko, con solo 30 años de edad, la muerte de una bebé por malformaciones el día anterior a los sucesos por los que se les acusa, las enfermedades, la pérdida de animales, la contaminación explícita y las constantes situaciones violentas a las que están expuestas y expuestos por la codicia ajena. Partiendo del respeto a las decisiones de cada uno de los lof y a sus autoridades -entendiéndose con esto que no es cuestionable el sacarle todo lo que se le pueda sacar a las empresas que vienen, valga la redundancia, a saquear-, es importante retomar y destacar esta determinación que les obliga a vivir en situaciones altamente precarias, puesto que ante la negación de negociaciones se agotan las estrategias corporativas y solo les queda a los opresores apelar a la fuerza y al cansancio.
Los hechos
El 28 de diciembre de 2012, la oficial de justicia Verónica Pelayes llegó al lof Winkul Newen para desalojar a la comunidad en favor de la empresa Apache. La orden la había dado la jueza Ivonne Victoria San Martín con el objetivo de que la petrolera pudiera ingresar al territorio y explotar el yacimiento Portezuelo Norte. La mujer llegó escoltada por policías y por topadoras en su camioneta. Como siempre lo hicieron, las y los habitantes resistieron por sus derechos como pudieron y con lo que tuvieron a mano, aunque no poseyeran imponentes vehículos ni balas como sus atacantes. En esta circunstancia, Pelayes recibió un piedrazo en la cara que le dañó el tabique.
El contexto
El territorio que habita el lof Winkul Newen (Fuerza del Cerro) ha sido ancestralmente ocupado por pobladores y pobladoras mapuce que vivían en libertad antes de que sus tierras fueran codiciadas por las empresas. A partir del año 2000, aproximadamente, comenzaron a ser víctimas del acoso por parte de la petrolera Pioneer.
En diálogo con Cartago Web, el werken Martín Malikeo manifestó que en toda esta década han sufrido represiones brutales, pero la más grave fue tal vez la del 28 de diciembre del 2004, que dejó un gran número de heridas y de heridos.
En el año 2011, un derrame de la empresa Apache generó una especie de “lluvia ácida o de petróleo”, que dejó “todo el cerro negro”, además de perforar hojas de plantas y lastimar el hocico de los animales que bebían.
Según relató Malikeo, durante el 2012 tuvieron que soportar cuatro órdenes de desalojo, además del ingreso de una patota que golpeó y disparó contra pobladores del lof. En el mes de octubre, descubrieron y denunciaron un derrame de la petrolera Apache y lograron que la justicia obligara a la corporación a remediar los daños ocasionados, pero esto jamás sucedió. A principios de diciembre de ese año, lograron frenar un desalojo gracias a la valentía de la logko Violeta Velázquez, quien se roció con nafta y amenazó con prenderse fuego si los opresores avanzaban.
El 27 de diciembre, 24 horas antes de los hechos por los cuales hoy se encuentran judicializados, las y los integrantes del lof Winkul Newen estuvieron de duelo: una pequeña había nacido con malformaciones que le impidieron seguir con vida y que los médicos nunca pudieron explicar. La “misteriosa” causa no puede ser otra que la misma contaminación que unos meses después asesinó a Cristina Linkopan, logko de Gelay Ko.
El 28 llegó el desalojo que nos ocupa, cuando la sangre hervía.
Cinco días después, el lof emitió un comunicado solicitando disculpas a Verónica Pelayes y explicando que “toda defensa territorial del pueblo mapuce es en el marco del Amor a la VIDA, como un valor supremo que nos sostiene y conduce”.
Oportunidad
La reacción desesperada de las y los habitantes de Winkul Newen cayó como anillo al dedo tanto a la empresa invasora como al gobierno provincial. Verónica Pelayes y su abogado, Julián Álvarez, jugaron con la idea de “intento de homicidio”, paseándose por medios de comunicación, redes sociales y todo espacio que tuvieran para manifestar su xenofobia. Lograron, incluso, que el gobernador de la provincia -a quien poco le cuesta hacer ese tipo de reflexiones- calificara de violenta a la comunidad.
Relmú Ñamku, Martín Malikeo y Mauricio Rain -este último inal logko del lof Wiñoy Folil que se encontraba en el lugar durante los sucesos del 28- estuvieron imputados hasta hace pocos días bajo los cargos de “lesiones graves”, pero ahora lo están por “tentativa de homicidio”.
Estas líneas son, apenas, para observar las situaciones que viven a diario las y los pobladores originarios de ese lof y para dar respuesta a unos cuántos por qué. Porque no pudieron sacarlas y sacarlos del lugar con la fuerza represiva. Porque pasan por encima sus derechos adquiridos. Porque las políticas obedecen a los intereses de las empresas. Porque no respetan la legislación vigente. Porque no toleran la resistencia. Porque repudian cualquier similitud con la libertad. Porque a veces el dolor quema, enciende, descontrola. Porque a veces los golpes del opresor nos desbordan.
@SoledadArrieta
http://mapuexpress.org
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