Desde el pasado 11 de diciembre, la jefa de la Nación Attawapiskat, protesta en Ottawa con una huelga de hambre por la falta de voluntad del primer ministro de Canadá para entrevistarse con ella. Su situación es más frágil cada día, pero a pesar de ello, el gobierno continúa ignorando su petición. Mientras, se refuerza un nuevo y vigoroso movimiento: Idle No More.
Por Pamela Palmater (Desinformémonos)
Fuente: otramerica.com
Con el inicio del año nuevo, los pensamientos y rezos de muchas personas indígenas, y también no indígenas, se han volcado sobre la jefa Theresa Spence, líder indígena canadiense, que ha pasado ya más de 28 días en huelga de hambre, luego de que el gobierno canadiense se negó a entrevistarse con ella, y sólo prometió “que lo haría después de las fiestas de fin de año”, sin dar una fecha precisa.
La condición de la lideresa Attawapiskat, de acuerdo con un comunicado de la Primera Nación, “es frágil, pues para cualquier ser humano representa una hazaña pasar tantos días sin comer, y es algo para lo que se requiere mucho coraje”.
Theresa Spence comenzó su huelga de hambre el pasado 11 de diciembre, luego de que Stephen Harper, el primer ministro de Canadá, se negó a recibirla, violando la obligación de la Corona a establecer un diálogo y lograr acuerdos con los pueblos originarios de este país. Mientras los días transcurren, “el estado de salud de la jefa continúa debilitándose, por lo que el tiempo se ha convertido en algo vital”, aseguró en días pasados Danny Metatawabin, vocero de Spence.
Ante la gravedad de la situación, diversos jefes de otros pueblo originarios de Canadá han urgido al Ministro Harper a ofrecer una respuesta, y concuerdan en que es urgente unir sus voces en este momento histórico, y solidarizarse con la jefa Theresa Spence en la defensa de sus territorios y el respeto a sus derechos y tratados.
Con cada día que pasa sin respuesta oficial del gobierno, la situación se vuelve más volátil y se están creando relaciones cada vez más complicadas entre el gobierno canadiense y los pueblos indígenas. “Queremos restablecer nuestra relación con Canadá, pero para poder hacerlo, necesitamos una contraparte que quiera hacerlo también”, aseguró desde la carpa en Ottawa donde Theresa realiza su huelga de hambre.
El origen del problema y la respuesta de Idle No More
El movimiento Idle No More (se podría traducir como No más inercia), que sacudió al país en los pasados días festivos, tomó a la mayoría de los canadienses, entre ellos al Primer Ministro Stephen Harper y a su gobierno conservador, por sorpresa.
Esto no quiere decir que los canadienses nunca antes hayan visto una protesta indígena; muchos de nosotros recordamos Oka, Burnt Church e Ipperwash. Pero la mayoría de los canadienses no están acostumbrados al crecimiento sostenido y coordinado del esfuerzo nacional que hemos visto en las últimas semanas, al menos no desde 1969, año en que por última vez el gobierno federal presentó un \"plan de asimilación” para las Primeras Naciones. Éste, fue derrocado por la feroz oposición nativa, y, al parecer, el agresivo plan de asimilación de Harper se topará esta vez con una resistencia aún más feroz.
Para entender de qué se trata este movimiento, es necesario entender cómo nuestra historia está relacionada con la situación actual de las Primeras Naciones (pueblos originarios). Aunque se cometieron muchas injusticias contra los pueblos indígenas en nombre de la colonización, éstos nunca fueron “conquistados”. La creación de Canadá sólo fue posible mediante la negociación de los tratados entre la Corona y los pueblos indígenas. Aunque el texto de los tratados del este varía de los del texto de los tratados del oeste, la mayoría de éstos se basan en una promesa de paz y amistad, y su fundamento es que todos vivirían juntos en paz y compartirán la riqueza de esta tierra. El problema es que uno de los socios del tratado no ha visto ninguna prosperidad.
El fracaso de Canadá en compartir las tierras y recursos como prometió en los tratados ha colocado a las Primeras Naciones en la parte inferior de todos los indicadores socio-económicos: la salud, la esperanza de vida, los niveles de educación y las oportunidades de empleo. Mientras que las tierras indígenas y los recursos se utilizan para subsidiar la riqueza y la prosperidad de Canadá como Estado, y los programas de alta calidad y los servicios de que gozan los canadienses, las Primeras Naciones han recibido tan sólo financiamientos insuficientes, lo que ha provocado un precariedad crónica en todos los servicios humanos básicos como el agua, el saneamiento, la vivienda y la educación. Esto ha llevado a muchas de las Naciones originarias a ser sometidos a múltiples crisis superpuestas, como la crisis de la vivienda en Attawapiskat, la crisis del agua en Kashechewan y la crisis de suicidio en Pikangikum.
Parte del problema es que la política federal “de indios” todavía tiene como principal objetivo deshacerse del “problema indio\". En lugar de trabajar como supone el mandato establecido de Asuntos Indígenas para “mejorar el bienestar social y lograr la prosperidad económica de las Primeras Naciones”, Harper está intentando, a través de una agresiva agenda legislativa, hacer lo que el Libro Blanco no hizo: deshacerse del problema indígena una vez por todas. Los conservadores ni siquiera lo niegan, de hecho el discurso de Harper en el Encuentro Nación Crown se centró en el desbloqueo de las tierras de las Primeras Naciones y la integración de las Primeras Naciones en la sociedad canadiense para el “beneficio maximizado” de todos los canadienses. Este conjunto de aproximadamente 14 proyectos de ley fue redactado, presentado y debatido sin el consentimiento de las Primeras Naciones.
Idle No More es un movimiento estratégico y coordinado, no dirigido por políticos, ni jefes nacionales o directores ejecutivos remunerados. Es un movimiento originalmente liderado por las mujeres indígenas, al que se han unido líderes de las bases de las Primeras Naciones, los canadienses, y ahora el mundo. Comenzó como una forma de oponerse a la ley C-45, una legislación general que afecta los derechos de agua y los derechos sobre la tierra, mediante la Ley de indios.
Las actividades del movimiento incluyen una lenta escalada de cartas a parlamentarios y ministros, manifestaciones, protestas y bloqueos. La idea era darle al gobierno de Canadá la oportunidad de sentarse a la mesa de una manera significativa y abordar estas cuestiones pendientes desde hace tiempo, y la escalada sólo se produciría si Canadá seguía ignorando nuestras voces. Lamentablemente, el primer ministro Harper ha decidido ignorar el llamado al diálogo, tal como ha ignorado la huelga de hambre Attawapiskat, de la jefa Theresa Spence.
Aunque Idle No More comenzó antes de la huelga de hambre de la jefa Spence, y continuará después, la huelga es un símbolo de lo que está sucediendo a las Primeras Naciones de Canadá. Por cada día que Spence no come, ella está muriendo lentamente, y eso es exactamente lo que está sucediendo a las Primeras Naciones, que tienen vida útil hasta 20 años más corta que los canadienses promedio.
[En la carta a Latinoamérica hecha pública por Idle No More, relatan: \"En Octubre del 2011 (tercera vez, en tres años), Theresa Spence declaró el estado de emergencia en su comunidad del norte de la provincia de Ontario. Ella develó al mundo entero las condiciones precarias en la cual su pueblo vivía, revelando así la realidad oculta; la pobreza extrema en uno de los países más ricos del mundo. Una tormenta mediática estalló en Canadá y la situación de la comunidad aislada cautivó al país durante meses. Sin embargo, un año más tarde, la gente de la comunidad de Attawapiskat sigue siendo sin agua potable; las viviendas (300 chabolas, 5 carpas y 17 chozas para una comunidad de 1.930 personas) se encuentran a pocos metros de suelos contaminados por la minería (Victor Diamond Mine) y sigue viviendo en condiciones infrahumanas; la dureza del clima de la zona en invierno pone en peligro las vidas de los jóvenes y ancianos.]
Las demandas de Idle No More están basada en la necesidad que tiene Canadá de negociar la puesta en común de nuestras tierras y recursos, pero el gobierno debe mostrar buena fe por primera vez para retirar la legislación y restaurar fondos para nuestras comunidades. Algo hay que hacer para hacer frente a la crisis inmediata que enfrentan las bases de este movimiento.
Soy optimista sobre el poder de nuestros pueblos y sabemos que, al final, vamos a tener éxito en conseguir un nuevo tratado en la pista. Sin embargo, no estoy muy seguro acerca de la voluntad del gobierno conservador de sentarse y resolver esto pacíficamente en el corto plazo. Por lo tanto, queda apostar a que este movimiento continuará expandiéndose y aumentando en intensidad. Canadá todavía no ha visto todo lo este movimiento tiene qué ofrecer. Seguirá creciendo a medida que se eduque a los canadienses sobre los hechos de nuestra realidad, y las muchas maneras en que todos podemos vivir aquí en paz y compartir la riqueza.
Después de todo, si las Primeras Naciones logran tener sus derechos protegidos constitucionalmente, son la última y mejor esperanza de los canadienses para proteger las tierras, aguas, plantas y animales de la destrucción completa, algo que no sólo beneficiará a nuestros hijos, sino a los hijos de todos los canadienses.
* Traducción para Desinformémonos: Marcela Salas Cassani
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