El ruido y las mentiras. El ruido mediático, el ruido del derrumbe civilizatorio capitalista. Las mentiras de quiénes se las creen, las mentiras de quiénes creen gobernar cuando sólo dirigen. Ante el ruido y las mentiras, la construcción colectiva del zapatismo y el contagio del autogobierno. El EZLN ha hablado de nuevo para aquellos que no saben escuchar.
Por Paco Gómez Nadal
Fuente: otramerica.com
Si el 21 de diciembre fue el silencio de unos 50.000 hombres y mujeres zapatistas el que irrumpió en la escena política mexicana y mundial, en las últimas 24 horas han sido tres textos claves del subcomandante Marcos los que han resquebrajado, una vez más el ruido y las mentiras.
Como explica el periodista especializado en el conflicto de Chiapas José Gil Olmos, “en su discurso de poder trasmitido en los medios (con costos millonarios), el gobierno peñista desdeñó a los grupos sociales y rebeldes como el EZLN, que han sobrevivido a represiones y muerte por varias décadas y que son tratados con el menosprecio de la caridad o de programas asistencialistas”. Ese desdén le puede salir caro porque Gil Olmos le recuerda al nuevo presidente mexicano, Enrique Peña Nieto, y a sus acólitos que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) tiene “presencia en 17 estados de México [de los 32 existentes] y en 42 municipios rebeldes de Chiapas”.
Pero no se trata sólo de presencia. Marcos hizo público ayer un comunicado en el que daba cuenta de lo hecho y de lo que viene por delante. Y, aunque los medios convencionales han elegido otros elementos para destacar, nos parece importante recordar que el zapatismo no es un discurso sino que, ante todo, es una práctica: “En estos años nos hemos fortalecido y hemos mejorado significativamente nuestras condiciones de vida. Nuestras viviendas se mejoran sin lastimar a la naturaleza imponiéndole caminos que le son ajenos. (…) En nuestros pueblos, la tierra que antes era para engordar el ganado de finqueros y terratenientes ahora es para el maíz, el frijol y las verduras que iluminan nuestras mesas. (…) Nuestros niños y niñas van a una escuela que les enseña su propia historia, la de su patria y la del mundo, así como las ciencias y las técnicas necesarias para engrandecerse sin dejar de ser indígenas. Las mujeres indígenas zapatistas no son vendidas como mercancías. (…) Nuestra cultura florece, no aislada sino enriquecida por el contacto con las culturas de otros pueblos de México y del mundo. (…) Gobernamos y nos gobernamos nosotros mismos. Todo esto se ha conseguido no sólo sin el gobierno, la clase política y medios que los acompañan, también resistiendo sus ataques de todo tipo”.
La vida no es lo que cuentan los medios tradicionales. Igual que el EZLN no nació con el alzamiento del 1 de enero de 1994, sino que comenzó su andadura en 1983, hace 29 años; no es el zapatismo un conjunto de pronunciamientos o una moda de turismo social a Chiapas. Las Juntas de Buen Gobierno, resultantes de los no aplicados acuerdos de San Andrés (1997), trabajan cada día y han fortalecido un modelo de autogobierno sólido y robusto que aguanta la persecución y la calumnia.
¿Qué cambia con el nuevo gobierno? Marcos, en su último comunicado, explica que los tiempos no son de alzamientos armados, pero tampoco de resignación: “No es el nuestro un mensaje de resignación. No lo es de guerra, de muerte y destrucción. Nuestro mensaje es de lucha y resistencia. Después del golpe de estado mediático que encumbró en el poder ejecutivo federal a la ignorancia mal disimulada y peor maquillada, nos hicimos presentes para hacerles saber que si ellos nunca se fueron, tampoco nosotros. Seis años más tarde, dos cosas quedan claras: Ellos no nos necesitan para fracasar. Nosotros no los necesitamos a ellos para sobrevivir”.
Pero en dos cartas que ha hecho públicas de forma simultánea le deja bien claro al Gobierno de México un par de asuntos. Gil Osorio explica cómo, ante la masiva movilización del 21 de diciembre “el grupo del gobierno peñista de inmediato mostró que carece de memoria histórica sobre el significado social del EZLN, y la reacción del secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, al restringir la aparición de las comunidades de base zapatistas solamente a los pueblos indígenas y decirles “aún no nos conocen”, refleja precisamente la ignorancia la representatividad social y la transformación de una parte del movimiento armado en un movimiento colectivo con impacto nacional e internacional”.
Por eso en la carta titulada “¿No los conocemos?”, Marcos da un repaso al vergonzoso historial de represión, autocracia y corrupción de los miembros del nuevo-viejo gobierno y les hace algunas preguntas. Entre ellas, estas dos: “¿No son ustedes quienes, junto con sus compañer@s de la clase política, se parecen a esos asesores de seguridad que, en lo grandes edificios, tratan de convencer a los inquilinos de los pisos medios, altos y el penthouse, de que no corren peligro mientras dinamitan los pisos de abajo, la planta baja y el sótano? Por cierto, ¿hay quien les cree? Ustedes, que tantas veces me han matado, declarado muerto, extinto, difunto, finado, cadáver, desaparecido, derrotado, vencido, rendido, comprado, aniquilado, ¿piensan que alguien les va a creer cuando sea verdad que, como en el amor, en cuerpo y alma me entregue a la muerte y sea sólo un poco más de tierra en la tierra?”.
En la otra misiva, dirigida al empresario y político panista Luis H. Álvarez -quien escribió hace unos meses que Marcos estaba muriendo de un cáncer de pulmón y que había pedido ayuda al Gobierno-, el subcomandante hace un repaso de la relación del Gobierno de Felipe Calderón con el zapatismo, basada, únicamente, en el paramilitarismo, la represión, la violencia de Estado. Y al anciano escritor lo despacha con un haiku de Mario Benedetti: “Quién lo diría,/ los débiles de veras/ nunca se rinden”.
Lo que viene
Los zapatistas, en el comunicado sobre los siguientes pasos a tomar, anuncian un cambio de actitud respecto a los medios de comunicación masivos ya que, avisa Marcos, “a partir de ahora, nuestra palabra empezará a ser selectiva en su destinatario y, salvo en contadas ocasiones, sólo podrá ser comprendida por quienes con nosotros han caminado y caminan, sin rendirse a las modas mediáticas o coyunturales”. Así, el EZLN se dedicará a lo que mejor sabe hacer: construir alternativas. Para hacerlo va a recurrir al Congreso Nacional Indígena como espacio natural de encuentro de los pueblos originarios de México, a los adherentes a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, y a tender nuevos puentes con los movimientos sociales surgidos o por surgir.
Si bien, Marcos recomienda al nuevo Gobierno que cumpla de una vez los acuerdos de San Andrés y les dé rango constitucional, el EZLN se reafirma en sus principios al (re) definirse: “Hace 19 años los sorprendimos tomando con fuego y sangres sus ciudades. Ahora lo hemos hecho de nuevo, sin armas, sin muerte, sin destrucción. Somos los mismos de hace 500 años, de hace 44 años, de hace 30 años, de hace 20 años, de hace apenas unos días”.
Y recuerda al poder y a sus medios que:
“Quienes apostaron a que sólo existíamos mediáticamante y que, con el cerco de mentiras y silencio, desapareceríamos, se equivocaron.
Cuando no había cámaras, micrófonos, plumas, oídos y miradas, existíamos.
Cuando nos calumniaron, existíamos.
Cuando nos silenciaron, existíamos.
Y aquí estamos, existiendo”.
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