Jhon Melendez, pequeño agricultor y dirigente de la Comunidad Diaguita Patay Co, tuvo que acudir hasta el Aeródromo de Chamonate de Copiapó para lograr sumarse a la delegación que visitó el proyecto minero Pascua Lama; con el fin de recoger antecedentes relacionados con el recurso de protección interpuesto por comunidades indígenas. El dirigente en entrevista para Aler aseguró que, además de las condiciones climáticas, hubo limitaciones desde el instante mismo en que la delegación se prepara para partir al área de operaciones del proyecto.
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Aunque la delegación contaba con la presencia del presidente de la Corte de Apelaciones de Copiapó Antonio Ulloa, tres representantes de la Superintendencia de Medio Ambiente, representantes de comunidades, abogados de Barrick Gold y el presidente de Barrick Sudamérica -Eduardo Flores Zelaya-, el recorrido inicial por los glaciares Toro I y Toro II constó de un “tour guiado por la empresa” a gran distancia de los centros de operación y explotación donde “no hubo tiempo de preguntas”.
Según la reflexión de Jhon Melendez son más de 80.000 las personas afectadas por desabastecimiento y contaminación por las operaciones extractivas del proyecto binacional en los glaciares de alta cordillera de la cuenca del Valle de Huasco. Hace hincapié en que a las comunidades que inicialmente interpusieron el recurso de protección se han sumado otras comunidades, campesinos y agricultores como él, principalmente porque las vocaciones de “agricultura y siembra sustentable de maíz, tomate y porotos”, entre otros, son superadas en época de verano por el uso del caudal para la minería.
La Comunidad Diaguita Patay Co, está a cinco kilómetros de Alto del Carmen y viene siendo afectada en sus vocaciones desde que las operaciones mineras iniciaron en los años noventa; no obstante desde el 2009 las actividades de explotación son intensivas y coincide según Melendez que desde entonces “se seca el río cerca de la comunidad, de ocho a diez kilómetros durante el verano; los agricultores ocupan agua pero no es tanta como la que ocupa la minería; los efectos negativos son para las comunidades y campesinos, gente que trabaja ruralmente y sustenta su trabajo con la agricultura”; es por esto que el dirigente afirma que “no van a bajar los brazos hasta el final, hasta lograr que ninguna minera trabaje al lado de los glaciares donde nace el río Huasco”.
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