mercredi 17 juillet 2013

Presentan Atlas Sociolingüistico de Pueblos Indígenas en América Latina

Con información de 21 países, el Atlas inicia un recorrido de Sur a Norte desde la Patagonia hasta México, describiendo los 522 pueblos indígenas que habitan en Latinoamérica y la situación de las 420 lenguas que emplean hoy en día. Además, lo hace desde una perspectiva transfronteriza que refleja la continuidad geográfica y cultural de estas comunidades en distintos países. También revela que puede haber más diferencias entre dos pueblos indígenas que habiten en un mismo Estado,
Presentan Atlas Sociolingüistico de Pueblos Indígenas en América Latina

Crónicas de la Tierra sin Mal

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Con información de 21 países, el Atlas inicia un recorrido de Sur a Norte desde la Patagonia hasta México, describiendo los 522 pueblos indígenas que habitan en Latinoamérica y la situación de las 420 lenguas que emplean hoy en día.
Además, lo hace desde una perspectiva transfronteriza que refleja la continuidad geográfica y cultural de estas comunidades en distintos países. También revela que puede haber más diferencias entre dos pueblos indígenas que habiten en un mismo Estado, como entre el pueblo Wampis, amazónico, y el pueblo Quechua, andino, ambos de Perú, que entre dos pueblos que habiten en distintos países. El mismo pueblo Wampis de Perú se siente mucho más cercano al pueblo Shuar, también amazónico, de Ecuador, con el que además comparte familia lingüística.
La idea de elaborar un Atlas surge porque, a pesar de que se presta una mayor atención a los asuntos indígenas por parte de los Estados, los organismos de cooperación internacional y la sociedad latinoamericana, todavía existe un gran desconocimiento sobre las características del mundo indígena, ya que no se trata de una sociedad homogénea.
Otra de las razones que ha motivado este trabajo es la aprobación de la Declaración sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas por la Asamblea General de Naciones Unidas en septiembre de 2007. En la declaración se reconocen tanto los derechos individuales de los indígenas como los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Tras más de dos años de trabajo, el Atlas quiere convertirse en una herramienta clave para la implementación de políticas que tengan en cuenta la complejidad sociolingüística de la región latinoamericana.

Los datos cuantitativos y cualitativos de la publicación orientarán a planificadores gubernamentales y a organizaciones internacionales que trabajen con poblaciones indígenas. De esta manera se logrará un desarrollo más eficaz de, entre otras, políticas educativas y sanitarias. Además, la publicación se dibuja como un instrumento central en la planificación para lograr una plena Educación Intercultural y Bilingüe (EIB).
En la Convención sobre los Derechos del Niño, que es el instrumento jurídico internacional más ampliamente ratificado, y mandato para UNICEF, se incluye un artículo específico relativo a la EIB, se trata del artículo 30 que establece:
”En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas o personas de origen indígena, no se negará a un niño que pertenezca a tales minorías o que sea indígena el derecho que le corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión, o a emplear su propio idioma…”
La Convención establece, además, una amplia gama de disposiciones que abarcan derechos y libertades civiles, el entorno familiar, la salud básica y el bienestar, la educación, la recreación, las actividades culturales y las medidas especiales necesarias para la protección de todos los niños y niñas sin discriminación.
El Atlas, que contiene mapas étnicos, lingüísticos y datos demográficos, está dividido en diez capítulos que representan los grandes espacios geográficos donde los indígenas han desarrollado su cultura y su lengua. Esta organización, más allá de las fronteras nacionales, plasma la historia que ha modelado los pueblos indígenas de América Latina.
La información procede de censos nacionales y del trabajo de primera mano de 34 especialistas, que analizan en cada capítulo la información desde un punto de vista sociopolítico e histórico.
El material, impreso en dos volúmenes, también consta de cinco capítulos sobre aspectos más conceptuales y analíticos, como las lenguas indígenas transnacionales, las poblaciones afrodescendientes y las variedades locales del castellano y del portugués. Un DVD acompaña la publicación con gráficos, estadísticas y mapas para facilitar su divulgación en escuelas, medios de comunicación y organizaciones indígenas de América Latina. El soporte digital también incluye un resumen de la legislación relevante sobre temas indígenas, entre los que destaca toda la normativa relacionada con el ámbito educativo, dada la importancia de la Educación Intercultural Bilingüe en los países de América Latina.
El jefe de la Unidad de Políticas Intraculturales, Interculturales y Plurilingüismo del ministerio de Educación de Bolivia y aymara del altiplano boliviano, Walter Gutiérrez, asegura: “No teníamos ningún informe sobre el estado de la situación de los pueblos indígenas, ni en el ámbito cultural, educativo, lingüístico, económico, demográfico ni social”. Según él, sin una “mirada amplia” sobre América Latina, resulta “imposible planificar políticas integrales que protejan los intereses indígenas”.
El Atlas, que se va a distribuir a través de las oficinas de UNICEF en América Latina, se irá actualizando año tras año para recoger los datos de los próximos censos, ya que actualmente se están dando fuertes procesos de revitalización de la identidad indígena y puede haber bastantes diferencias de un censo a otro.
Para la elaboración del Atlas, se han utilizado datos procedentes de censos y encuestas nacionales oficiales elaboradas entre 2000 y 2008. Aún así, la información de los censos no siempre refleja la realidad indígena de los países, es por ello, que la publicación insiste en la necesidad de contar con información demográfica precisa que ayude a visibilizar la población indígena de América Latina.

Los pueblos indígenas en América Latina

En América Latina existen actualmente 522 pueblos indígenas que van desde la Patagonia y la Isla de Pascua hasta Oasisamérica en el norte de México, pasando por distintas áreas geográficas como Chaco Ampliado, Amazonía, Orinoquia, Andes, Llanura Costera del Pacífico, Caribe Continental, Baja Centroamérica y Mesoamérica.
Por países, Brasil es el que tiene más diversidad de pueblos indígenas con 241, que representan una población de 734.127 personas. Colombia, con 83 (1.392.623 habitantes) es el segundo país con más cantidad de pueblos, seguido por México con 67 (9.504.184 personas) y por Perú, que tiene 43 pueblos distintos que representan 3.919.314 habitantes.
En el otro extremo, se encuentra El Salvador, que tiene 3 pueblos indígenas (13.310 personas), Belice con 4 (38.562 habitantes) y Surinam con 5 (6.601 personas). En el caso del Caribe insular, como Antigua y Barbuda, Trinidad y Tobago, Dominica y Santa Lucía, hay pocos datos sobre la supervivencia de pueblos nativos, pero existen reivindicaciones de identidad indígena en el ámbito local.
Por otra parte, Bolivia, Guatemala y Belice destacan por ser los países donde los indígenas representan porcentajes más altos sobre la población total, con el 66,2%, el 39,9% y el 16,6% respectivamente. En cambio, países como El Salvador, Brasil, Argentina, Costa Rica, Paraguay y Venezuela registran un bajo porcentaje de población indígena (entre 0,2% y 2,3%). No obstante, en la mayoría de países latinoamericanos la población indígena va del 3% al 10% del total de ciudadanos.
México, Bolivia, Guatemala, Perú y Colombia reúnen al 87% de indígenas de América Latina y el Caribe, con una población que se sitúa entre un máximo de 9.500.000 (México) y un mínimo de 1.300.000 habitantes (Colombia). El restante 13% de población indígena reside en 20 Estados distintos.
Destacan cinco pueblos indígenas que superan los millones de personas como los Quechua, Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki’che’. Seis pueblos, los Mapuche, Maya qeqchí, Kaqchikel, Mam, Mixteco y Otomí, tienen poblaciones entre medio y un millón de habitantes.
Según los censos oficiales elaborados entre 2000 y 2008, el total de población indígena identificada en América Latina es de 28.858.580, mientras que en Latinoamérica habitan 479.824.248 personas. Esto supone un porcentaje de población indígena identificada del 6,01%.
No obstante, la publicación destaca que la cifra de población indígena de América Latina se suele fijar en el 10% del total de habitantes, según estimaciones elaboradas en 2004 por el
Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), lo que hace patente la necesidad de contar con información demográfica y censal actualizada sobre los pueblos indígenas. De esta manera, se podrían implementar mejores políticas públicas y llevar a cabo una distribución más equitativa de los recursos del Estado.
Las categorías de los censos y las preguntas que se utilizan para registrar la población indígena son muy dispares, por lo que es necesario unificar criterios para tener cifras comparables alrededor de América Latina. Las cuestiones van desde la autoidentificación con
una etnia indígena hasta la lengua hablada, la lengua materna o el “color o raza”. En algunos países se reconoce en los censos a las personas que “creen tener ascendencia” indígena, aunque no esté registrada población indígena alguna.
Cabe destacar el caso de Ecuador por la enorme disparidad existente entre las cifras oficiales y las propias estimaciones indígenas. Según el censo de 2001, siguiendo el criterio “lengua” en el país habría 582.542 indígenas y con el criterio “autoidentificación” 834.418, lo que daría un 4,3% y un 6,8% sobre la población total respectivamente. Pero la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) aseguró en 2006 que en el país el 33,3% de la población era indígena.
En este sentido, el Atlas quiere contribuir a que los Estados reflexionen sobre la importancia de mejorar los censos para prestar a los indígenas la atención debida y evitar la subrepresentación que a menudo sufren.
UNICEF trabaja junto con otros organismos de Naciones Unidas para incrementar la calidad de la información que se recoge en los censos, para ello se han realizado reuniones con los institutos nacionales de estadística de América Latina, y se ha logrado que los países que no tenían insertada la pregunta de origen étnico la incorporaran en la próxima ronda de censos que empieza este año, encabezada por Argentina, Cuba, Perú, Ecuador y México.

Las lenguas indígenas en América Latina

Los pueblos indígenas de la región hablan 420 lenguas distintas, de las cuales 103 (el 24,5%) son idiomas transfronterizos que se utilizan en dos o más países. El quechua destaca especialmente ya que se habla en siete países distintos: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador y Perú. Además, 108 pueblos indígenas son también transfronterizos en América Latina, lo que estimula a pensar por encima de las fronteras nacionales.
Aún así, la cantidad de lenguas no es una de las características principales de los pueblos indígenas en América Latina, ya que, por ejemplo, en África hay actualmente cerca de 2.000 lenguas, en Asia del Sur unas 1.500 y en Nueva Guinea cerca de 1.000.
Lo que hace a la región única es que tiene la mayor riqueza del mundo en familias lingüísticas. En el Atlas se registran 99 familias, mientras que en las zonas mencionadas anteriormente sólo existen entre 10 y 27. En América Latina la familia lingüística más extendida de todas es la Arawak, que va desde Centroamérica hasta la Amazonía, está presente en diez países y de ella proceden más de 40 lenguas distintas.

Según el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina, casi una quinta parte de los pueblos ha dejado de hablar su lengua indígena. En concreto, 44 pueblos utilizan como único idioma el castellano y 55 emplean solamente el portugués.
“Es muy revelador que la mayor pérdida lingüística tenga lugar en las áreas de primer contacto con los colonizadores (costa noreste de Brasil, Andes norte de Colombia) y donde se originaron las relaciones más tempranas entre indígenas y Estados”, según apunta en la introducción la coordinadora del Atlas, Inge Sichra, de la Fundación para la Educación en Contextos de Multilingüismo y Pluriculturalidad FUNPROEIB Andes.
El Atlas también registra 21 lenguas indígenas de las que se desconoce si hoy en día se utilizan aún o son sólo objeto de documentación y como tal aparecen en alguna lista de referencia indígena. Del total de lenguas amerindias que se hablan en la región, el 26% se encuentra en serio riesgo de desaparición. En algunas áreas la situación es ya irreversible, como en el Caribe Insular, donde las escasas lenguas que se conservan están prácticamente extinguidas.
Las áreas geoculturales más afectadas por el desplazamiento idiomático causado por las estructuras sociales, económicas y educativas son Patagonia, Baja Centroamérica, Orinoquía y el Caribe Continental, donde la pérdida supera el promedio de la región al situarse entre el 33,3% y 80%. Por el contrario, una de las áreas aparentemente menos afectadas por la pérdida del idioma es Mesoamérica.

Datos rápidos

· Se calcula que el 10% de la población de América Latina es indígena.
· En América Latina hay 522 pueblos indígenas que hablan 420 lenguas distintas.
· 108 pueblos indígenas son transfronterizos.
· La mayoría de países latinoamericanos tienen una población indígena que va del 3% al 10% del total.
· En Latinoamérica hay 103 lenguas transfronterizas, que se hablan en dos o más países.
· América Latina tiene la mayor riqueza del mundo en familias lingüísticas con casi 100.
· 44 pueblos indígenas usan hoy en día el castellano como único idioma y 55 emplean solamente el portugués.
· El 26% de las lenguas indígenas de la región se encuentra en peligro de extinción.
· Los censos de población recogen la información indígena con cuestiones como la autoidentificación, la lengua hablada, la lengua materna o el “color o raza”.
· México, Bolivia, Guatemala, Perú y Colombia reúnen al 87% de indígenas de América Latina y el Caribe.
· Se estima que en México hay 9,5 millones de indígenas, según el censo de población del año 2000.
· Brasil es el país con más diversidad de pueblos indígenas con 241 pueblos que hablan 188 lenguas.
· El porcentaje de población indígena en Bolivia es del 66,2%, según el censo del país elaborado en 2001.
· El quechua se habla en siete países: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile,Ecuador y Perú.
· Argentina tiene 29 pueblos indígenas diferentes.
· En Lima y Buenos Aires se habla aymara y quechua.
· Más del 70% de la población mapuche habita en ciudades y centros poblados de Chile y Argentina.
· Los hablantes de nahuatl están impulsando la educación en su lengua en México D.F.
· Los afroindígenas garífunas mantienen vivo el uso de su lengua en comunidades y ciudades de Belice, Guatemala, Honduras y Nicaragua.


“Una radiografía lingüística y cultural para Latinoamérica”

Walter Gutiérrez es Jefe de la Unidad de Políticas Intraculturales, Interculturales y Plurilingüismo del ministerio de Educación de Bolivia y considera que el Atlas es “una radiografía lingüística y cultural para Latinoamérica”.
Aymara del altiplano boliviano, Gutiérrez explica que una publicación como el Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina era una reivindicación de los pueblos indígenas que habitan en Latinoamérica.
“No teníamos ningún informe sobre el estado de la situación de los pueblos indígenas, ni en el ámbito cultural, educativo, lingüístico, económico, demográfico ni social”, señala. Según él, sin una “mirada amplia” sobre América Latina, resulta “imposible planificar políticas integrales que protejan los intereses indígenas”. Por esta razón, califica el Atlas como “un avance” y una “herramienta útil” para planificadores y gobernantes.
Para el dirigente aymara, el Atlas aclara la situación acerca de las lenguas y pueblos transfronterizos, ya que no se disponía de un dato exacto sobre cuántos eran y cuál era su presencia. “No teníamos información acerca de las lenguas mayoritarias en América Latina y de las que están en peligro de extinción. Los gobernantes tienen que tomar parte en el asunto para salvar estas lenguas indígenas en riesgo”, explica. A juicio de Gutiérrez, también es una herramienta útil para la implementación de la Educación Intercultural Bilingüe (EIB) en la región.
En cuanto a los censos de población, Gutiérrez afirma que el Atlas también “ubica” el panorama latinoamericano, ya que las preguntas censales sobre origen étnico “han sido muy ambiguas” y hacerlas de forma “más concreta” permitirá “establecer el estado real de la demografía”.
“En las 420 lenguas que están siendo habladas en América Latina está depositado el saber, los conocimientos, la historia, la cosmovisión y los valores de los pueblos indígenas. Si permitimos que nuestras lenguas mueran, permitimos también que desaparezcan nuestros conocimientos y sabiduría”, enfatiza Gutiérrez.
Colombia y su gran diversidad de lenguas indígenas
Tulio Rojas Curieux, lingüista y profesor del departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universidad del Cauca (Colombia), es uno de los investigadores del Atlas, además de ser miembro del equipo asesor de la publicación.
La Universidad del Cauca ha estado en contacto permanente con las personas de la región de la costa pacífica con el fin de conocer de cerca la realidad educativa y poder adelantar labores relativas a la etnoeducación o Educación Intercultural Bilingüe (EIB), como es conocida en otros países.
“Sobre Colombia, una de las cosas que hay que resaltar es la diversidad de lenguas que tiene el país, con más de 80 lenguas, unas agrupadas en familias lingüísticas y otras que no han podido serlo, y las 13 familias lingüísticas existentes, algunas procedentes del Norte y otras del Sur del continente”, señala el profesor Rojas. Según él, hay lenguas de familias lingüísticas de los pueblos indígenas colombianos que probablemente tienen su origen en Centroamérica (Familia Chibcha), mientras que otras provienen de otras partes de América del Sur (Familia Quechua, Familia Arawak, Familia Caribe).
También asegura que la población indígena no tiene el mismo peso en todo el país, ya que los pueblos indígenas están fuera del polígono, que une las principales ciudades colombianas (Barranquilla, Medellín, Cali, Neiva, Bogotá, Bucaramanga). Eso se evidencia en el hecho de que en algunos departamentos la población indígena represente hasta el 95% de la población y en otros sólo el 1%. “Esto nos da un país suficientemente diverso, al que es necesario prestarle más atención”, añade.
En cuanto al conocimiento de la opinión pública acerca de esta diversidad, afirma que “no es fácil pasar de una situación de menosprecio cultural, social y político a un reconocimiento”. Aún así, destaca que poco a poco se ha avanzado en la materia pero que aún es necesario “actuar de forma mancomunada entre autoridades e instituciones del Estado y la sociedad”.
El Atlas sociolingüístico de pueblos indígenas en América Latina “se tiene que convertir en un instrumento de referencia, no solamente para el Estado y sus funcionarios, sino para académicos, investigadores y para cualquier persona vinculada o confrontada con las realidades indígenas”. “En tanto que documento de referencia, va a estar al alcance de los miembros de las organizaciones indígenas, comunidad educativa y sociedad en general. Además, permitirá ampliar la red de conocimiento muy fácilmente, no sólo en beneficio de las sociedades indígenas, sino para el progreso de todo el país”, agrega.


La Educación Intercultural Bilingüe
“Comprender dos mundos diferentes y complementarios a la vez”

Ramber Molina, boliviano de 25 años, pertenece al pueblo indígena Quechua de Raqaypampa (Chuwi’s). De primero a octavo grado de Primaria, cursó sus estudios con el sistema de Educación Intercultural Bilingüe (EIB), mediante el Programa de Formación Intercultural Bilingüe para los Países Andinos (PROEIB Andes).
La EIB es un concepto que nació a mediados de los 70, y con más fuerza en los 80, tras detectar la necesidad de ir más allá del “bilingüismo” y modificar los planes y programas de estudio para que incluyeran saberes, conocimientos y valores tradicionales de los pueblos indígenas. Con esta modalidad se pretende, de un lado, responder a las necesidades básicas de aprendizaje y, de otro, acercar aún más la escuela a la comunidad indígena. Es por esto que la educación en áreas indígenas se fue convirtiendo en algo más que una educación bilingüe y comenzó a denominarse educación bilingüe intercultural o educación intercultural bilingüe.
“No es lo mismo aprender en nuestra lengua materna, con la que indagamos aspectos importantes y significativos de nuestras vivencias, de nuestra filosofía y nuestra vida misma, que en castellano”, asegura Ramber.
A este estudiante de Derecho, de pequeño le llamaba muchísimo la atención que en la escuela tuvieran que trabajar con textos que habían llegado en el idioma materno, el quechua, ya que su contenido hablaba de las realidades que sucedían en el campo y en su vida cuotidiana. “A medida de mi formación, me iba dando cuenta de que la forma más fácil y rápida de aprender los valores y conocimientos, no era necesariamente memorizando lecciones, sino a partir de simples ejemplos dinámicos, como nuestras vivencias reales en el campo”, añade.
Ramber explica que adquirir conocimientos era mucho más fácil y práctico en el idioma materno, complementario al idioma castellano. Todas las operaciones prácticas que los alumnos realizaban en quechua, después tenían que traducirlas al español, por lo que era “una
cuestión importante dominar el alfabeto español”. Cuando en la escuela llegaban cuentos en castellano, a los alumnos de la escuela de Ramber les costaba aprender el significado de los contenidos porque reflejaban otras formas de comprender la vida. “Algunos profesores nos preguntaban cómo era posible que no nos gustaran los cuentos en castellano (…), dando a entender que éramos poco inteligentes”, asegura.
“Pero yo entiendo que esto no es un problema que tiene que ver con la capacidad intelectual, se trata básicamente de un problema intercultural. Esto es una dificultad que se presenta no como un problema, sino como una realidad en el proceso de interculturalidad ya que cada pueblo y sus habitantes tienen distintas formas de comunicación, costumbres, lenguas y vidas diferentes”.
Cuando Ramber acabó Primaria, ingresó en el colegio secundario Pedro Ignacio de Rivera, en la capital de la provincia de Mizque, en el departamento de Cochabamba (Bolivia). Allí, que ya no se impartía la EIB, le sorprendió que los alumnos tuvieran poco interés por los temas que el profesor les enseñaba porque “tal vez se trataba de un problema intercultural, ya que en el colegio aprenden cosas ajenas a su realidad, y si aprenden, aprenden pero de memoria”.
La EIB le ha permitido a Ramber “comprender dos mundos diferentes y complementarios a la vez”. También le ha dado la oportunidad de construirse una identidad que, según él, ”puede ser reconocida ya que uno, como parte de la sociedad, demuestra lo que en realidad es y mantiene los valores y raíces culturales”.
Aún así, aunque valora muy positivamente el aprendizaje con EIB, asegura que debería ser práctico y no sólo teórico. “A mi me enseñaron en teoría que era una computadora, pero cuando llegué al a ciudad no sabía como trabajar con ella”, explica.
Ahora, con 25 años, asegura que enviaría a sus hijos a una escuela donde se impartiera la Educación Intercultural Bilingüe: “es más, si tuviera que estar viviendo en la ciudad toda mi vida, enseñaría a mis hijos a hablar en dos idiomas desde su infancia, para que de esa manera no tengan problemas cuando sean mayores”.

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