Los dados están tirados. Muchas de las cifras y apuestas son para todos los centros estadísticos aún inciertos. El motivo es la gran cantidad de nuevos electores, que no se sabe cuál es su tendencia y aún ni siquiera si concurrirán a las urnas. Pero lo cierto es que no existen señales claras que en los próximos años exista alguna intención de cambiar los pilares fundamentales del modelo económico y político elaborado por la dictadura de Pinochet. Ya sea porque no se quiere, o porque todo quedó tan amarrado que esta institucionalidad no permite realizar esos cambios.
Santiago de Chile, 17 de Noviembre de 2013. (Radio del Mar)— La ciudadanía chilena vive este domingo 17 una nueva jornada de elecciones de presidente, la mitad del senado, de todos los diputados y de consejeros regionales. Existen algunas características que cruzan transversalmente este acontecimiento que se repite cada cuatro años. Primero que quién salga electo, continuará administrando un sistema económico y político heredado de la dictadura militar y que ha permanecido intacto y sin cambios sustanciales por la exigencia de una alto porcentaje de votos en el parlamento para realizar modificaciones o porque simplemente la clase política socialdemócrata está cómoda con este sistema de elecciones que le asegura un cupo en cada elección. Y segundo, la incertidumbre respecto al gran porcentaje de nuevos electores que se integran a las votaciones luego que se decidiera que la inscripción en los registros electorales es automática y la votación es voluntaria.
En la contienda por ser jefe de Estado de suguro ganará en primera o segunda vuelta la candidata de la coalición que reúne a democristianos, socialistas y comunistas, Michelle Bachelet. En el senado y diputados continuará operando el sistema binominal de elección de un candidato por lista donde además podrían existir algunos doblajes en que surjan electos los dos candidatos de una misma lista, esta vez de los sectores socialdemócratas.
El proceso eleccionario se da en momentos en que aún suena con fuerza la protesta social de las organizaciones estudiantiles contra uno de los pilares que sostienen a la ultraneoliberal economía chilena, la educación de lucro, donde los políticos de las dos grandes coaliciones salieron salpicados por ser dueños o participar activa o pasivamente de las ganancias que generan las empresa de educación tanto de primaria, secundaria y universitaria.
Esta colusión entre las educación privada y la clase política se vio reflejada en los cambios generados en el gobierno de Bachelet cuando en 2008, luego también de masivas protestas de “los pingüinos”, como se les llama a los estudiantes de educación media, se generó un acuerdo para cambiar algunos elementos del sistema de lucro en la educación, consenso apoyado por la derecha más dura, la iglesia católica, dueña de un porcentaje importante de recintos educacionales y los socialistas y democristianos. Este acuerdo, en definitiva solo fue un maquillaje social al sistema.
La misma colusión ha sido denunciada por la protesta estudiantil que muestra el sistema de salud pública de lucro, el abusivo sistema de pensiones y el continuo saqueo de los recursos naturales. En estas áreas, este maridaje político-empresarial funciona a la perfección y las leyes generadas por los gobiernos y aprobadas por los parlamentarios en los últimos años así lo demuestran: Ley de Pesca que privatizó los recursos del mar; privatización de las prestaciones médicas financiando a hospitales privados para atención de pacientes; y mantención y bloqueo para modificar el código de aguas, la Ley Minera, y el código laboral, entre otros elementos claves.
Hay algunos elementos significativos también en estas elecciones. El más importante quizás es que la derecha debería sufrir una de sus derrotas históricas, ya que todas las encuestas y señales políticas, orientan a pronosticar que la candidata Evelyn Matthei sacaría el menor porcentaje de votos de todos los candidatos de esa coalición, no llegaría al 30% y algunos señalan que bajaría del 20%. Esta situación hará que los más “zorros” de este sector que ha manejado el país los últimos 40 años, muevan sus piezas y presenten un nuevo juego en un escenario en que continuarán teniendo fuerza en el parlamento, el sector empresarial y por supuesto en la posesión y manejo de los medios de comunicación.
El otro elemento, es que las nuevas candidaturas de sectores progresistas, obtendrían un bajísimo porcentaje de votos, especialmente cuando el partido comunista, con una base eleccionaria de cerca del 5%, apoya a Bachelet. Roxana Miranda, representantes de sectores poblacionales y de un naciente partido político, Igualdad, entusiasmó pero la base eleccionaria es mínima. Sfeir, ecologista, si logra el 1% sería un gran paso luego que una de las candidatas de ese sector en las elecciones de 1999 obtuvo menos de los votos con los que se presentó para las elecciones. En ese entonces Sara Larraín, logró 0,1 por ciento.
Marcel Claude, con un discurso parecido al de Sfeir, pero más político y sustentando en cifras económicas, se fue desinflando a tal punto que llamó a unir candidaturas con los otros sectores, pero obtuvo un rotundo NO. Incluso los otros presidenciales le enrostraron lo que se veía en televisión cuando él aparecía, su arrogancia, ego y prepotencia. Si logra 3 % no sería una mala campaña, si sobrepasa el 5% sería un éxito.
MEO, luego que en 1999 lo apoyara el peculiar millonario y ex izquierdista Max Marambio, y toda la prensa derechista, que es el 95% de los medios masivos, y donde obtuvo un 22% será un perdedor en estas elecciones. Si logra 15 por ciento, podría mantener su figura política de manera aceptable.
Esto más cuando en esta elección se le ve más serio, maduro y tranquilo.
Y Parisi, un populista profesor de economía, estaría obteniendo votos de la derecha, especialmente de Renovación Nacional, que ha sido golpeada de forma reiterada por la derecha extrema de la UDI, de donde viene la actual candidata Evelyn Matthei. Si logra 10 % también haría una buena candidatura.
Otra tendencia que ha surgido con fuerza, acompañada por la lucha estudiantil, es la de una nueva constitución y asamblea constituyente (AC). Incluso sectores políticos han llamado a marcar el voto, con la AC, pero lo que ocurra en las urnas aún es incierto. Sectores más politizados e informados realizarán esta marca, pero en Chile estos sectores son minoritarios.
Los dados están tirados. Muchas de estas cifras son para todos los centros estadísticos aún inciertos. El motivo es la gran cantidad de nuevos electores, que no se sabe cuál es su tendencia y aún ni siquiera si concurrirán a las urnas. Pero lo cierto es que no existen señales claras que en los próximos años exista alguna intención de cambiar los pilares fundamentales del modelo económico y político elaborado por la dictadura de Pinochet. Ya sea porque no se quiere, o porque todo quedó tan amarrado que esta institucionalidad no permite realizar esos cambios.*****FIN*****
http://mapuexpress.org
Inscription à :
Publier les commentaires (Atom)
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire