jeudi 7 juin 2012

Los colores de un Río+20 muy poco verde


La llamada economía verde marca la agenda inicial de la Cumbre para el Desarrollo Sostenible de la ONU, que se celebra en Río de Janeiro a finales de junio. Los movimientos sociales no esperan grandes resultados sino la profundización en un futuro de tonalidades amenazadas por la sombra de la crisis global y el color marrón del extractivismo.
Los colores de un Río+20 muy poco verde
Por Mª Ángeles Fernández y J. Marcos
Fuente: otramerica.com

Restan apenas unos días y la sensación entre movimientos sociales y oenegés es de escepticismo. La cita de Río+20, marcada desde hace tiempo en el calendario internacional, no supondrá un punto de inflexión ni aportará nuevos elementos de análisis, tampoco cuestionará el sistema ni dará voces a los que habitualmente quedan excluidos... Y todo ello a pesar de que \"el mundo está observando\", según admitió recientemente el Secretario General de la ONU, Ban Ki−moon.

Río de Janeiro acoge del 20 al 22 de junio la V Conferencia de Naciones Unidas para el Medio Ambiente y el Desarrollo Sostenible (Estocolmo 1972, Nairobi 1982, Río de Janeiro 1992 y Johannesburgo 2002 son los precedentes). Conocida popularmente como Río+20, la cita se celebra de forma paralela a la Cumbre de los Pueblos, la visión alternativa de la sociedad civil global que lleva por apellido “Por una Justicia Social y Ambiental” (entre los días 15 y 23 de junio). “La gran respuesta de la Cumbre de los Pueblos es el ‘no’ rotundo al sistema capitalista, se pinte del color que se pinte. Se lanzan además propuestas clave como la defensa de los bienes comunes y la soberanía alimentaria”, explica a Otramérica Mónica Vargas, del Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG).

El sistema capitalista llega a Río teñido con una tonalidad verdosa. La economía verde se ha convertido en la bandera y en el camino por el que debe pasar la salida de la crisis sistémica actual, según los organizadores de la Cumbre de Naciones Unidas. Es el tema que centra la agenda. “Por encima de todo, tenemos que realizar un replanteamiento profundo del actual modelo económico y apostar por nuevas herramientas como políticas y estrategias de economía verde”. Palabra de Ban Ki-moon, quien también ha pedido refundar el sistema económico mundial.

Pero de eso habrá poco. Así lo denuncian al menos los expertos consultados. “En el borrador oficial y en la propuesta del PNUD se mantienen elementos que no permiten refundar el sistema económico. Por ejemplo, se pretenden mantener las reglas de la Organización Mundial del Comercio, y ni se menciona la dimensión del consumo, sin la cual no tiene sentido repensar el sistema”, añade Vargas.

La economía verde no acata las soluciones que realmente se necesitan frente a las crisis, ni tiene en cuenta las causas estructurales, como el capitalismo salvaje que se está viviendo actualmente en el mundo”, apunta por su parte Sander Otten, miembro del equipo técnico de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI) y que estuvo presente en una de las reuniones de negociación previa celebrada en Nueva York.

La economía de siempre

¿Qué es realmente la economía verde? Bajo el maquillaje se percibe el verdadero objetivo de este eufemismo: más crecimiento económico, eso sí, usando nuevas herramientas hasta ahora ajenas al mercado y que pasan por la naturaleza. Y por su financialización, otra palabra de moda. Lo verde, denuncian las voces críticas, no deja de ser un cosmético cuya eficacia está perfilada por el marketing. “El concepto de economía verde ha sido desempolvado últimamente en la preparación de la Cumbre de Río+20, aunque existe desde hace decenas de años. No es un concepto cerrado, sino una expresión de la cual se apropian los actores en función de sus objetivos e intereses”, explica Vargas, quien prefiere hablar de capitalismo verde aunque sea oxímoron. Porque el capitalismo se sustenta, subraya, “en la voluntad de un uso insostenible de los recursos (naturales y sociales) asociados a su necesidad de crecimiento y acumulación de capital. Por tanto, no es materialmente posible que el capitalismo sea sostenible ni mucho menos verde”.

Otten añade un nuevo tono al análisis: el marrón.

En Sudamérica, de todas formas, se va a mantener el extractivismo. Prácticamente en todos los países hay interés por sacar cosas de la tierra y exportarlas. Sudamérica está profundizando en la economía marrón”. Es el color de la tierra abierta. Y es que lo verde y lo marrón, para la CAOI, que reúne a grupos de Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, van aparejado al crecimiento económico.

El problema de la minería, en plena efervescencia en los países andinos y una clara muestra del modelo de desarrollo por el que están optando los dirigentes de estos países, ocupa poco espacio en el Borrador Cero que llega a Río. De hecho, el Grupo Principal de Pueblos Indígenas ha denunciado que los dos únicos párrafos sobre la minería que contiene el texto “se han negociado a toda prisa, sin el debido cuidado y diligencia necesaria para sus vastas repercusiones negativas en muchos aspectos para el desarrollo sostenible”.

Según informa la CAOI, la postura de Naciones Unidas no refleja una visión equilibrada ni un enfoque de la situación real en las comunidades mineras; tampoco es una respuesta creíble a las demandas actuales, que requieren un fuerte liderazgo gubernamental para hacer frente a los conflictos entre los gobiernos y la sociedad, las graves violaciones de los derechos humanos, el empobrecimiento de las comunidades afectadas o la explotación de ríos.

Un borrador sin memoria

El Borrador Cero de la futura declaración ha desencantado por más cosas a las organizaciones de la sociedad civil. “Creemos que va a ser un acuerdo débil y que la participación de la sociedad civil va a ser limitada”, apunta Otten. El técnico de la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas critica que no tiene en cuenta el camino andado hasta ahora ni los logros de las cinco cumbres previas: “Se está haciendo como si fuera la primera pero esta conferencia es el resultado de lo que pasó anteriormente. En el pasado se propusieron agendas interesantes, como la Agenda 21, que tiene 40 capítulos y más de 3.000 recomendaciones todavía vigentes. Pero ni siquiera hay intención de evaluar estas recomendaciones de hace 20 años”. En conversación con Otramérica, Sander Otten considera que el borrador es un texto lleno de buenas intenciones no vinculantes que no concretan nada.

Mientras tanto, los comunicados de la ONU presumen de logros e iniciativas: “Veo una media docena más o menos de resultados clave que podrían realmente marcar una diferencia\", sostenía el Secretario General Adjunto del organismo, Sha Zukang, en la sesión de clausura de las negociaciones informales.

Si bien el discurso oficial de Naciones Unidas liga desde el punto teórico la economía verde a la erradicación de la pobreza y a la sostenibilidad, en el Borrador Cero todo esto queda en una declaración de intenciones. Sí encuentra acomodo de forma soterrada otra visión de economía verde mucho más feroz, que se abre paso de manera contundente: aquélla ligada a la búsqueda de nuevos mercados de recursos naturales”, denuncia una alianza de organizaciones ecologistas del Estado español llamada ¿Economía verde? ¡Futuro negro!. Más tonos para el ‘pantone’ de Río.

Los días previos a Río están llenos de matices de muy distintas tonalidades, temperaturas y brillos. También de declaraciones. Todo indica que la retórica y las grandes palabras tendrán más espacio que los compromisos concretos. Habrá que esperar a la declaración oficial y al tono del folio usado. Luego será el turno de las interpretaciones. Porque para gustos, ya se sabe, los colores.

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