Con la intención de intercambiar experiencias en torno a la
práctica periodística llegó este miércoles a la Universidad de La Frontera, el
destacado Periodista Alejandro Guillier, quien compartió con los estudiantes
temáticas relacionadas con el ejercicio periodístico, la Educación y el Pueblo
Mapuche.
por Francisco Jerez Perez
Foto: Carlos Agurto Lovera
¿Cuál es su posición frente a lo que es hoy en día el Pueblo Mapuche y cómo cree usted que el Estado se ha relacionado históricamente con éste?
Bueno. Tu sabes que los Estados nacionales se constituyen en el siglo XIX y XX, antes éramos propiedad de la corona española y no había una identidad nacional, no existía ni siquiera el concepto de nación. Pero evidentemente después del siglo XIX, luego de los movimientos de independencia los países comienzan a construir su imagen ante la historia. Inventando, además, un relato épico. Pero eso es parte de los mitos. El pasado común, el presente común, el futuro y el destino común es parte de la ideología de la construcción del Estado-Nación, y te contribuye por lo tanto una serie de elementos, entre otras cosas la Educación. Y la educación te enseña a ver esa historia como si fuese real, pero tiene mucho de mito.
Por ejemplo, en la historia de Chile hay un contrasentido porque somos “hijos del pueblo guerrero de Arauco” y este no era necesariamente un pueblo guerrero, nosotros le atribuimos eso en momentos de la confrontación con los españoles, que es una circunstancia, una coyuntura y no un rasgo permanente. Pero se construye esa idea del pueblo “guerrero” y nos sentimos orgullosos. Pero de 500 años atrás, no después, porque después somos todos iguales, somos un país homogéneo.
Bueno, eso depende no solo de la visión que el Estado construye si no de las personas, de los pueblos que la integran si se reconocen o no en esta imagen común, y ese es un derecho que cada uno tiene, porque esto es una construcción histórica.
Durante el siglo XIX, mediante la educación y las guerras se va creando el mito de Chile y lo que nosotros llamamos la “pacificación de la Araucanía”, que comienza más o menos en 1861 y que se consolida con el fin de la guerra del pacífico, el mismo ejército victorioso en el norte sigue de largo pal sur y se la dan a los Mapuche. Por el lado argentino, en tanto, pasaba lo mismo y ahí los arrinconan. Y ahí se produce una “guerra guerra”, y eso no es pasificación, es una guerra, es sometimiento. Y enseguida la historia contribuiría a este acto militar con una ideología de que somos todos iguales y que no existe el ser indígena, entonces no nos enseñaron a ver la identidad cultural.
Ahora la pregunta es ¿realmente estaban sometidos? Yo creo que durante mucho tiempo lo estuvieron, pero han ha habido ciertos fenómenos, sobre todo entre los jóvenes que con más educación han salido de sus comunidades y han tenido toma de conciencia de la situación de su pueblo, de que además quieren reivindicar sus modelos de vida: sus valores, sus costumbres, sus tradiciones. Y quieren que eso el Estado se los reconozca, por lo tanto, eso es absolutamente legítimo, no soy yo el que lo está haciendo, si son ellos lo que lo están pidiendo. Tienen legítimo derecho a plantearlo.
Ahora ¿Cree usted que en la práctica la sociedad chilena tiene una relación empática y cordial con el pueblo Mapuche?
No. Yo no sé acá en Temuco. Pero en general a nosotros cuando nos referimos en santiago al tema mapuche la sintonía se va al suelo. Ahora, para la tranquilidad de todos los de regiones, las regiones no son santiago. Si en santiago chocó una micro con un camión con un burro arriba y este sale corriendo por la alameda tengan por seguro que es noticia nacional. Pero si pasa acá, no es noticia. Es muy difícil poner temas en la agenda en un país tan centralista, y eso responde de alguna manera a como se estructuró el poder en chile.
Entonces para terminar la respuesta, y si ellos como pueblo se hubiesen asimilado, hubiesen aceptado esa situación, sería respetable y si ellos quieren cambiar la relación con el Estado chileno me parece absolutamente legitimo, y ¿qué debemos hacer nosotros? Es facilitar ese proceso y los periodistas debemos aportar tratando con respeto las demandas y tratando de ir más allá “de la paja molida” y del conflicto puntual tratar de entender el fondo del problema, para que la sociedad chilena desarrolle márgenes de tolerancia más grandes y de respeto a la diversidad.
El 7 de Junio recién pasado hubo un violento allanamiento en la Comunidad Wente Winkul Mapu ubicada en la comuna de Ercilla, el que bajo las palabras del Werken Daniel Melinao fue lisa y llanamente “más que un enfrentamiento, un ataque directo”.
Bajo su perspectiva ¿Cómo cree usted que el Estado chileno debería actuar para terminar con ésta ola de represión vivida en la región?
Yo creo que primero hay una incomprensión de la naturaleza de las demandas de las minorías en chile en general; étnicas, sexuales, los temas de la mujer, los temas regionales y por lo tanto, la primera reacción ante cualquier manifestación es la represión.
¿Qué le parece esto del Lucro en la Educación, específicamente lo del informe de la comisión investigadora y cómo han enfrentado esto (bajo su perspectiva) el gobierno y las Universidades privadas?
Bueno, hay bastante hipocresía en las autoridades en general en estas cosas, porque por ejemplo tanto las públicas como las privadas también están lucrando. Cuando en un departamento, en una unidad académica de una universidad pública o privada se venden servicios, tú estás lucrando. En consecuencia, primero no hemos asumido una práctica generalizada y nos hacemos los tontos sin enfrentarlo, porque tu puedes decir que la verdad es que hoy en día es imprescindible, para que subsista la universidad que vendan servicios, por lo tanto, que lucren y definamos en qué áreas es legítimo hacerlo y en qué áreas no, porque afecta el derecho del estudiante a la Educación, y podemos encontrar una respuesta institucional medianamente satisfactoria, pero preferimos hacernos los tontos, no fiscalizar y no saber. El problema que tenemos en la institucionalidad nuestra es que nadie fiscaliza y, por lo tanto, la práctica se va a haciendo cada día más ilegal.
A lo mejor, es la hora de revisar cada una de estas cosas y de ver que el país necesita respuestas, más transparencia, más coherencia y que la autoridad tiene que cumplir sus funciones; dice la ley que la Educación superior es un derecho y por lo tanto, no se puede lucrar, no se lucra.
Ahora, cómo se permitió que siguieran estas Universidades de las cuales probablemente todas lucran, ese es un tema que nos tenemos que preguntar. ¿Estamos en condiciones de cerrar todas esas universidades que atienden casi al 70% de los estudiantes? Obviamente que no, por lo tanto tenemos que sincerarnos, poner límites, condiciones.
¿Cual es su visión a futuro del Movimiento Estudiantil?
Bueno, los jóvenes están empezando a hacer lo que debieran haber hecho siempre, lo que es copar un espacio de la sociedad y renovarla, si toda generación lo ha hecho. Entonces lo que estamos sintiendo en Chile es el resurgimiento que siempre tuvo Chile, lo que eran los movimientos juveniles, que nos van a traer nuevos temas, nuevos problemas, nuevas visiones, nuevos entusiasmos, nuevas energías y eso es valioso y positivo, y hay que canalizarlos para que eso no termine en frustraciones, o si no el sistema se empobrece si no tiene a los jóvenes activos proponiendo ideas y cambios.
Además ellos están intuyendo el nuevo futuro, que es diferente al pasado, por lo tanto las respuestas que en el futuro se dan las van a construir los jóvenes no los viejos. Entonces es una necesidad volver a escuchar.
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