mardi 27 mai 2014

Hogar Mapuche Pelontuwe y sus 17 años de resistencia

Con un gran itinerario de actividades durante todo el año, el hogar de estudiantes Pelontuwe de Temuko se mantiene firme en la convicción de revitalizar y desarrollar la cultura en la ciudad y desde los estudiantes indígenas poner en el contexto de la educación superior la vida y las demandas de las comunidades del Pueblo Mapuche.

pelontuwe-foto-andrespino-rbbPor Paola Henríquez

Mapuexpress.org

27 de mayo de 2014

De forma íntima se celebro el 20 de mayo los 17 años de vida del hogar Mapuche Pelontuwe, donde algunas de las ideas centrales fue la conmemoración de la recuperación de este lugar para que junto con ser una residencia universitaria se transforme también en un espacio para el rescate de la cultura y la vida en comunidad de los estudiantes indígenas.

Rodeado de árboles, murales alusivos a las demandas Mapuche y acompañados de amistosos perros, el hogar continúa convocando a jóvenes de escasos recursos económicos, que emprenden el camino de integrarse a un sistema educacional que no toma en cuenta el saber ancestral de las comunidades del Pueblo Mapuche, de donde provienen precisamente estos estudiantes.

La historia de los Mapuche en los sistemas de educación chileno no ha sido fácil. Tras años de exclusión, explotación y usurpación de parte del Estado, Latifundistas y empresarios contra las comunidades indígenas, ingresar al sistema educacional chileno se volvió una necesidad para entender la lógica urbana y chilena y con esas herramientas y conocimiento demandar el respeto de los derechos indígenas y la revisión de la historia de los territorios ocupados por el Ejército y luego entregados a chilenos y europeos desde mediados del siglo XIX.

Si bien, este proceso fue lento por los altos costos económicos que significaba educarse y por la barrera cultural entre estas dos sociedades, quienes lograban ingresar debían adaptarse a una cultura que difería mucho de su vida en comunidad. Para enfrentar esta necesidad de vida en comunidad y disminuir los costos por estudiar, nacen los hogares estudiantiles destinados a jóvenes indígenas.

Según un artículo elaborado en 2003 por la Coordinadora de Hogares Mapuches del Sur a comienzo de los ’70 se registra “la construcción de hogares en las ciudades de Temuco, Santiago y Victoria, pero con el fin del gobierno de la Unidad Popular estos recintos fueron en su mayoría expropiados y toda la organización estudiantil, hasta entonces agrupada en la Federación de Estudiantes Indígenas (FEI), resultaría desarticulada por el régimen militar”.

Luego de terminada la dictadura, la formalización de los hogares de estudiantes Mapuche continuó con diversos conflictos entre las autoridades de los gobiernos de turno y las demandas de las agrupaciones estudiantiles Mapuche.

Respecto al hogar Pelontuwe, en 1997 culminó una parte del proceso de formación de este recinto con la recuperación del Centro de Formación Campesina, por parte de la coordinadora de estudiantes Mapuche, que reunió a estudiantes de las agrupaciones We-kimun, Wekintun y diversos otros estudiantes que se sumaron a la lucha para que este lugar se transforme en una residencia Mapuche para universitarios.

De estudiantes universitarios a Mapuche universitarios

La inclusión a los sistemas educacionales sin tomar en cuenta la diferencia cultural, ha sido una preocupación desde las primeras generaciones, a esto se suma la situación de pobreza y analfabetismo que coloca a las personas Mapuche en situaciones de desventaja frente a sus compañeros universitarios chilenos.

Ya en los años del Longko Venancio Coñoepan la educación Mapuche era una preocupación, y en 1950 este dirigente demandó la creación de un Instituto de Educación Mapuche, el que se llamó Pelontuwey y que posteriormente se retomaría, convirtiéndose en un lugar de autoaprendizaje de la cultura y la cosmovisión del Pueblo Mapuche.

Para José Millalen, actual concejal de la comuna de Galvarino y participante de la recuperación de este espacio durante los ’90 y 2000, siempre existió un compromiso con la identidad, “paso a ser parte de un objetivo del hogar, de que éste no sea solo un espacio donde se pueda pernoctar y comer, sino que también fuera un espacio social, cultural y político”.

En tanto Carol Piutrin Quintrel, dirigente actual del hogar, comenta que “uno va conociendo personas que entregan sabiduría y conocimiento”. De esta forma, el hogar estudiantil se ha convertido además en un centro de formación para jóvenes Mapuche, tal como lo menciona Ariel Pinto, quién lleva 6 años en esta residencia: “llegan hermanos que estaban en la misma situación que yo, que necesitan una base porque estaban en blanco” y que de pronto necesitan “valorar y fortalecer el intercambio de saberes”.

“Acá tuve un contraste fuerte con lo que yo pensaba y lo que de verdad sucedía”, afirmó Pinto.

Por su parte José Nahuel Quimen, también dirigente de Pelontuwe, afirma “primero somos estudiantes porque tenemos una familia por detrás, que tiene esperanza en nosotros que coloca toda su confianza en nosotros por aspirar a una mejora, pero nosotros como estudiantes también tenemos que llevar de la mano el movimiento de nuestro pueblo”.

Una lucha por la integración y la reivindicación

El paso del campo a la ciudad genera cambios en el estilo de vida que deben afrontar los nuevos estudiantes, debiendo encarar un estilo de subsistencia basado en la competencia personal frente a la vida comunitaria de sus lof, lo cual conlleva dificultades para relacionarse desde la cultura Mapuche.

Para Ariel Pinto, el problema parte desde un estigma social porque “al auto-identificarse como Mapuche ya (genera) un cierto rechazo por parte de la sociedad”.

Para Carol Piutrin el hogar busca remediar esta situación desde la vida en comunidad propia de los ancestros. “El vivir en comunidad acá en la ciudad, sé que es complicado, yo sé que es difícil como Mapuche en la ciudad, en un espacio en el cual se nos niega nuestra cultura hasta nuestro propio ser Mapuche”, dice la estudiante.

La actual dirigencia del hogar Pelontuwe considera que a los jóvenes que llegan desde sus comunidades rurales a una ciudad a estudiar, se les debe acompañar con talleres que apoyen el proceso de aprendizaje de forma de restituir herramientas a las comunidades. “Si no se revitaliza la cultura, al final tenemos estudiantes universitarios como cualquier otro y no tenemos Mapuche universitario, sino gente de ciudad nada más” comenta Carol

Dentro de las actividades que se fomentan están las nacidas desde sus pares, como la vinculación con sus comunidades a través de la celebración del Wetripantu, el Nguillatun y el juego de palin.  Para José Nahuel Quimen, en el Hogar se apoya la reivindicación cultural de sus compañeros a través de los talleresy actividades, entonces “ellos llegan aquí a darse cuenta de su identidad porque aquí se practica nuestra cultura”, comenta.

Un compromiso con las futuras generaciones

Las demandas de la actual directiva están conectadas a la realidad del Pueblo Mapuche respecto a la recuperación de la tierra, defensa de los derechos ancestrales y revisión de la historia, entre otros, pero también a la situación actual de la infraestructura, estado del recinto del hogar y políticas educacionales.

Esto llevó a que las directivas de los hogares de estudiantes indígenas fortalezcan su coordinación y en 2008 demandaran una nueva política pública para los hogares indígenas, la cual no tuvo una favorable respuesta por parte de primer Gobierno de Bachelet.

Estas son luchas que estos estudiantes han emprendido de forma independiente, pero no desvinculándose de las comunidades. Para José Nahuel el hogar es un espacio para demandar derechos. “Nosotros como estudiantes Mapuche tenemos que salir a apoyar a nuestra gente en las zonas rurales y tenemos nosotros como hogar darles espacios para que ellos vengan para acá y dar a conocer al país nuestro descontento”, dice el estudiante.

Visión compartida por Carol Piutrin que enuncia “somos un ente en el que se pueden hacer cosas para que las comunidades se sientan apoyadas y que sientan que se está conociendo su historia y su lucha”.

En tanto para Ariel Pinto, la mayor tarea pendiente es la recuperación del mapuzungun, para que la lengua ancestral y que sigue vital en las comunidades, exista en el territorio Mapuche y permita a las personas pensar en la lengua, sin dejar de lado los temas de racismo ambiental que afectan a las comunidades
Esta idea es compartida por José Nahuel, quien afirma que existe el compromiso y la acción de “apoyar a los movimientos, y a las comunidades que demandan territorios, pero también a las comunidades que están trabajando por el medio ambiente”.

Los compromisos con las futuras generaciones están en los ideales que permanecen firmes desde sus primeros momentos de vida, como espacio para la cultura Mapuche, “si uno lo ve hoy en día, ve que dio frutos. Uno viene aquí a aprender cosas que no te enseñan en la Universidad” comenta José Millalen.

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