Por Sarai Soto - Fuente: contintanegra.com
El 26 de enero de 1969 un grupo de personas y familias enteras que eran denominados “los sin casas” se tomaron los terrenos del fundo La Bandera que eran terrenos no habitados y que además no estaban consideradas para ser zona de construcción para futuras viviendas. El terreno comprendía lo que hoy es la zona de Santa Rosa con la circunvalación Américo Vespucio. El campamento fue llamado “26 de enero”. La mayoría de las personas que participaron vivían de allegados en los alrededores, hacinados en conventillos o arrendando entre varios una pieza para vivir.
La travesía de Elvira partió con un anuncio en la radio Colo Colo, en donde se llamaba a ocupar algunos terrenos de la toma que hasta ese momento llevaba meses en pie, ella consideró que era la única instancia que tenia con su esposo y sus cuatro hijos de tener un lugar donde edificar una futura vivienda.
Y escuchamos en la radio, en ese tiempo existía la Radio Colo Colo y una vecina lo escuchó y me fue a avisar, yo también había escuchado. Y ahí vinimos altiro al 25 que era Manuel Rodríguez en esos años, ahora Américo Vespucio y acá era un fundo, el fundo La Bandera y entramos con el barro hasta las rodilla, lloviendo en el mes de junio, para que nos dieron un terreno y quien fue que nos dio este terreno fue Victor Toro, que nosotros no lo conocíamos y en esa noche no lo pudimos ver porque estaba tan oscuro, que no sabíamos quién era, pero sabíamos que era él y quien nos entregó el sitio donde vivimos ahora. No sabíamos los riesgos que podíamos pasar, no teníamos idea, solamente escuchamos “una toma” ni yo sabía lo que era una toma. Corrimos de allá de San Ramón, fue a las ochos de la noche cuando escuchamos y de ahí corrimos con una vecina y nos vinimos con una lata y un palo, mientras mi marido llegaba del trabajo y ahí supo y nos vinimos todos, pero no con los niños, sino que yo y él y mis vecinas y de ahí pusimos unos palos parados y ahí nos quedamos, cuidando, hacían unos fríos horribles, pero estábamos felices porque íbamos a tener casa. A medida que iba llegando la gente se iba apoderado de una parte, cada esquina hacia cuatro sitios y uno de esos cuatro fue el que tomamos nosotros y después tomó otro vecino del lado y otro vecino y otro vecino, estos sitios son de 10 metros para delante y 20 para atrás. Tenía cuatro hijos, pero muchos de los vecinos, tenían más, no teníamos donde vivir, arrendábamos y no nos alcanzaba para vivir, mi marido ganaba poco y no nos alcanzaba para pagar el arriendo, por eso apenas supimos de esa toma, nos vinos a hacer la toma y ahí nos fuimos quedando, toda la gente y bueno, nos fue bien gracias a Dios.
Elvira llegó en junio del 1970 a la toma, tras un anuncio que hizo el dirigente poblacional y militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria -MIR- Víctor Toro por la radio. Según Elvira el día que llegó a la toma se le asignó un sitio que debían cuidar y que desde ese momento sería de su familia. Los terrenos ya estaban distribuidos por manzanas y sectores. El MIR por medio de su frente de masas, el Frente de Trabajadores Revolucionarios -FTR-, fueron quienes lideraron la toma de La Bandera. En el libro Tomando su sitio: el movimiento de pobladores de Santiago 1957–1970 de Mario Garcés, se cita una entrevista a Víctor Toro, hecha en Las Noticias de Ultima Hora el 28 de marzo de 1970, donde asegura la importancia de que los pobladores de asumieran un rol histórico:
Este frente de clases a juicio de Toro, debía asumir un papel histórico consiente de la incapacidad absoluta del actual sistema de injustas diferencias sociales para solucionar integralmente sus problemas y agregó “este frente deberá responder a los verdaderos intereses de la clases obrera, esto es la transformación revolucionaria de la estructura socio-económica vigente.
En primera instancia validaron la toma del terreno durante el gobierno de Frei Montalva, posteriormente le entregaron el dominio de propiedad durante el Gobierno de Salvador Allende, en conjunto con la instalación de suministros básicos. Así lo recuerda Elvira:
Después de los años mi marido fue a Serviu, para que nos asignaran la tarjeta y pusimos plata en la libreta Corvi en esos años, que no me acuerdo cuando era realmente y tuvimos que vender la única radio que teníamos, después mi marido cuando fue a Serviu donde hubo un enfrentamiento con los pacos y bueno a mi marido le pagaron, después lo llevaron preso y al día siguiente lo soltaron, después pasaron unos días y vino un señor, que no me acuerdo como se llama, vino a entregarnos las tarjetas, con esa tarjeta uno ya podía hacer algo, comenzar a cerrar el sitio de alguna forma y de ahí de poco fuimos arreglando y cerrando el sitio primero con. Al inicio no teníamos agua, no teníamos luz, nos alumbrábamos con velas y teníamos cocina a parafina, no había alcantarillado, nada de nada, íbamos a lavar y a buscar el agua a una copa de agua que queda en Américo Vespucio actualmente, queda como a unas 20 cuadras, allá íbamos a buscar agua para hacer la comida. Para ir al baño, íbamos a donde un familiar que ya tenía casa en esos años, íbamos para allá cuando teníamos que ir a hacer nuestras necesidades, toda la gente iba distintas casa para que pedir que nos prestaran para hacer nuestras necesidades, además en esos años había un establo y una viña, y de ahí en la noche se hacía en una pelela o en un tarro y se iba botar para el frente, para el establo.
Pero ¿Qué significó la Unidad Popular para una pobladora que luchaba por el derecho a la vivienda? Elvira explica que fue un proceso difícil que implicó duros esfuerzos, pero que dio sus frutos hasta el día de hoy:
Nosotros nos tomamos los terrenos en el tiempo de Frei, cuando estaba por terminar, el Frei padre y después ahí salió Allende y ahí fue más fácil obtuvimos la vivienda definitiva por Serviu, se puso la plata, Serviu entregó títulos de dominio y ese titulo de dominio después se fue a bienes raíces , se hizo todo el tramite, este sitio está pagado, nosotros estábamos al día con los dividendos, se comenzó a pagar dividendos, después con los años hicieron una cosa, si tu tenias al día los dividendos, entonces se congelaba y se daba un plazo, después salía como que tenias todo pagaba completamente. Todo lo pagamos de poco, fuimos ganando más monedas y de ahí hicimos las veredas. Con el tiempo se edificaron departamentos. Lo que más rescatamos de la Unidad Popular, fue la casa que nos dieron en ese tiempo, porque o sino ¿hubiéramos tenido más adelante la posibilidad de tener casa? no sé, si éramos muy pobres, no teníamos para comprar, no te digo que tuvimos que vender la única radio que teníamos que habíamos pagado en cuotas chica. Estaba la cosa entre Frei, en el tiempo de Frei la tomamos, en el de Allende nos dieron las solución, nos dieron una caseta, una media agua, que ya eran dos piezas y de ahí fuimos haciendo para atrás una cocinita y así de poco fuimos trabajando para tener lo que tenemos ahora.
Cuando estábamos finalizando la conversación, Elvira nos manifestó la importancia que tuvo para ella como persona y chilena el proceso de la Unidad Popular:
Lo malo de ese tiempo, es que mataron a Allende, lo más malo que hicieron. Yo me sentí parte de eso, porque en esos años un podía salir y luchar por nuestra vivienda, nos dieron el sitio y todo esto, yo por eso estoy contenta y triste a la vez, porque pasó lo que pasó, porque no debió haber pasado, bueno hay mucha gente que estaba feliz, pero no todos estábamos felices. No pertenecíamos a ningún partido político nosotros, pero, igual uno sufrió, sufrió muchas cosas, ponte tu, la muerte de Salvador Allende, lo sentimos porque estaba empezando bien, lo malo, a mi parecer, es que el se cayó en haber puesto militares en el gobierno, yo a pesar de que era tan joven, decía: Nopo está mal, porque lo pueden traicionar y así fue, como que yo presentía algo y bueno, fue una traición. Uno estaba bien, estaba contenta, cuando salió, salimos a celebrar, me acuerdo que yo tenía a los cabros chicos y salimos corriendo por toda la población y con mis cuatro cabros saltábamos, eran como las siete u ocho de la noche y salimos a gritar ¡Allende, Allende!
La tarde de hoy estuvo fría y el olor a pan amasado inundaba cada espacio de la casa de la señora Elvira. La Bandera despidió el día con su aspecto provinciano y sus calles que en cada paso que daba, me revelaban el amor y el esfuerzo puesto en todo lo que mis ojos veían.
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